Más de 5000 muertos y miles de heridos son los alarmantes números que los gobiernos de ambos países han dado a los medios internacionales. Una tragedia en medio de la desgracia.
Este lunes 6 de febrero, un terremoto de 7.8 en la escala de Richter azotó a ambos países de Medio Oriente. Miles de edificios colapsaron en ambos países, agencias de ayuda alrededor del mundo han ofrecido apoyo y asistencia humanitaria.
Este sismo ha sido uno de los más fuertes registrados en la región en más de 100 años, el epicentro se registró a 23 kilómetros al este de Nurdagi, en la provincia turca de Gaziantep, a una profundidad de 24.1 kilómetros, de acuerdo con el Servicio Geológico de EUA.
Cuarenta y ocho horas después de que el terremoto arrasara con ambos países, el reloj para encontrar sobrevivientes en los escombros está corriendo. Según la agencia de gestión de emergencias de Turquía (AFAD), 16.400 efectivos de salvamento, tanto de la agencia turca como llegados del extranjero, han trabajado durante toda la noche retirando escombros y abriendo túneles para tratar de rescatar a quienes todavía quedan entre las ruinas
Turquía ha sufrido gravemente, sin embargo, este desastre natural para Siria es la cereza en el pastel después de años prácticamente apocalípticos en la región. Pues quienes no habían perdido ya todo durante la guerra civil, que desangra al país desde hace 12 años, los 4.6 millones de personas que se han visto sumidas en la pobreza tras ser desplazadas por los combates entre rebeldes y fuerzas del régimen de Bashar Asad, ya presentaban una crisis humanitaria en el país.
Las imágenes de la frontera Turcosiria parecen salidas de una película post apocalíptica. La lluvia y las heladas están complicando en gran medida las tareas de socorro en un territorio que, como cuna histórica de la civilización, alberga un importante patrimonio artístico que el sismo ha puesto en riesgo.