Para tener una idea de lo preocupados que están los inversionistas por el presidente entrante de México, basta mirar al gigante estatal Petróleos Mexicanos. Su deuda a 20 años se desplomó a unos 82 centavos de dólar en sólo tres semanas, y esta es la empresa que Andrés Manuel López Obrador prometió salvar, reseñó el portal financiero Bloomberg.
De acuerdo al diario económico, Pemex no está solo. La deuda vendida para financiar un aeropuerto que ahora fue cancelado son los bonos cuasi soberanos de peor rendimiento del mundo este trimestre, y los emitidos por la eléctrica estatal Comisión Federal de Electricidad también se han desplomado. Pero Pemex supera a ambos: su deuda asciende ahora a más de 106 mil millones de dólares.
Es una representación extraordinariamente gráfica de lo mucho que AMLO, como se le conoce al nuevo líder de México, ha logrado sacudir a los mercados financieros desde que comenzó a intensificar la retórica populista tras su rotunda victoria electoral del 1 de julio. Pemex también tiene otra razón para estar nervioso: los precios del crudo han caído un 7.7 por ciento este año
«Pemex es el crédito más vulnerable en México en este momento», dijo Shamaila Khan, directora de deuda de mercados emergentes de AllianceBernstein en Nueva York. «Pemex tiene una estructura de capital muy grande, tiene una calificación que está al borde de caer bajo el grado de inversión, y las políticas de AMLO son muy inciertas con respecto a la reforma energética».
La decisión que tomó el Presidente electo a finales de octubre de cancelar la construcción del aeropuerto de Ciudad de México, valuado en 13 mil millones de dólares, tras la celebración de un referéndum, impactó a los bonos y despertó la preocupación de que otros proyectos públicos podrían estar en peligro.
Pemex, que bajo el actual gobierno de Enrique Peña Nieto emprendió una senda de apertura a los mercados internacionales, estaría particularmente en riesgo. La promesa de López Obrador de reducir los salarios de los empleados públicos también ha aumentado los temores de una salida masiva de la empresa.
«Es una tormenta perfecta entre el avance del concepto de los referéndum en México combinado con los requerimientos de capital de Pemex», dijo William Perry, gerente de cartera de Stone Harbor Investment Partners en Nueva York. «Después de ver lo que pasó con el aeropuerto de México y, en última instancia, con los bonos del aeropuerto, los inversores se muestran particularmente cautelosos sobre lo que vendrá».
Lo más sorprendente respecto de la presión sobre la compañía es que durante su campaña, López Obrador prometió resucitar a la agobiada firma. Ahora, ese plan está en duda. AMLO quiere elevar el gasto, potencialmente aumentando la deuda que ya supera a cualquier otro prestatario corporativo latinoamericano y revirtiendo su estrategia de reducir el nuevo endeudamiento.
Aunque López Obrador se comprometió a revertir casi 14 años de disminución de la producción petrolera de Pemex, prometiendo 75 mil millones de pesos (3 mil 700 millones de dólares) para ayudar a aumentar la producción de petróleo en 600 mil barriles diarios durante los próximos dos años, los inversionistas no están convencidos.
Por un lado, el futuro titular de Pemex, Octavio Romero, carece de experiencia en la industria petrolera, y el personal directivo que podría ayudar a dirigir el barco se está retirando ante la preocupación de que la administración de López Obrador pueda recortar los salarios mediante una nueva ley.
Fuente: Bloomberg