El paisaje precisa de recorridos; más exactamente, de un desplazamiento en el espacio, aunque sólo lo imaginemos sin adentrarnos en él. En caminatas, nuestra percepción visual se apropia de lo que observa de manera recurrente, para luego legislarlo. El paisaje es medida de un espacio con ciertas predisposiciones simbólicas. En Supertition Wilderness, el artista Pedro Vaz incursiona en una geografía trasminada por los mitos de los indios americanos y las leyendas sobre la riqueza de sus minas.
Los Primas creían que Hauk, un espíritu maligno, rondaba las montañas; los apaches, que el dios del trueno, Thunder God, moraba en sus cuevas y desfiladeros. «Las Montañas de la Superstición», nombre dado por los españoles en el siglo XIX a esta formación volcánica, fue territorio de los viejos Hohokam y Salados. Pero fue la Fiebre del Oro lo que dio fama a esta región, particularmente por la mina encontrada por Don Miguel Peralta, quien realizaba constantes expediciones a las montañas desde la sierra de Sonora. La mina de Peralta se volvería famosa años después, aunque con el nombre de Lost Gold Mine, la mina de Oro Perdida del Holandés. Como era de esperarse, estas leyendas crearon con el tiempo legiones de codiciosos aventureros que llegaron a las montañas en busca del preciado metal de Jacob Waltz, el falso holandés, en realidad un inmigrante alemán. Las historias sobre la mina, plagada de fantasía, nunca estuvieron exentas de desapariciones y asesinatos.
Javier Ramírez Limón, escribe esto, sobre la obra de Pedro Vaz, que estará en la Galería Enrique Guerrero, General Juan Cano 103,San Miguel Chapultepec, CDMX, hasta el 22 de julio 2017.