Tuve la fortuna de encontrarme con el Maestro en psicoterapia psicoanalítica de niños y adolescentes y Doctor en psicología, Fernando Salinas-Quiroz (fsalinas@upn.mx / twitter: @apego_ia), quien también es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, y lo comprometí a que nos escribiera sobre el tema que está investigando en la UNAM y que conformó su tesis doctoral: el asunto del apego entre el bebé y los cuidadores profesionales. Así que aquí tenemos un avance de este tema tan importante de puño y letra de Fernando:
“John Bowlby propuso la teoría del apego en un intento de explicar las reacciones emocionales y comportamentales de los bebés ante las pérdidas y separaciones tempranas. Esta teoría integra ideas provenientes del psicoanálisis, de la teoría etológica y evolutiva, de la teoría de los sistemas de control, y de conceptos de las ciencias cognoscitivas.
El apego es un vínculo afectivo relativamente perdurable en el que el otro es importante como un individuo único y no intercambiable con el que se quiere mantener cercanía. Dicho vínculo se manifiesta a través de un sistema de conducta cuyo fin es el mantenimiento de la proximidad. La principal función del apego es proporcionarle protección y seguridad al bebé a través de la cercanía, para mantener la supervivencia.
Lo que los bebés necesitan son figuras vinculares que ni necesaria, ni únicamente se refieren a la madre, puesto que lo que se requiere es de adultos que sirvan como una base de seguridad en distintos tiempos y contextos. El vínculo es el lazo emocional que une al bebé con su cuidador: no es observable, sino que se infiere a partir del comportamiento. El comportamiento vincular se refiere a cualquier conducta que permite al bebé acceder a su cuidador/base segura. Mientras que los afectos positivos en el bebé promueven la afiliación y la adquisición de competencias mediante el juego y la exploración, los afectos negativos pueden generar incomodidad y la necesidad de contención por parte del cuidador. El sistema de cuidado debe detectar y atender los cambios entre afectos positivos y negativos en los bebés para apoyar el desarrollo de un apego seguro.
La sensibilidad materna se entiende como la habilidad del cuidador para ser consciente y estar atento a las señales del bebé, interpretar esas señales correctamente y responder a ellas pronta y apropiadamente. Existe relación entre qué tan sensible es el cuidador y el tipo de apego que desarrollará el niño. Desgraciadamente la palabra “apego” tiene una connotación negativa en muchas ocasiones, pero todo lo contrario: lo que buscamos es que los niños tengan apegos seguros (quizá, la idea popular de apego enfermizo tiene que ver con apegos inseguros o ambivalentes, pero eso podemos platicarlo en otra ocasión).
Todo individuo elabora sus propios modelos del mundo y de sí mismo, con ayuda de los cuales percibe los hechos producidos, prevé el futuro y elabora sus planes. En el modelo del mundo que toda persona construye, una característica clave es su criterio para establecer quiénes son sus figuras de apego, dónde puede encontrarlas y de qué manera previsible pueden responder. Una característica clave es su criterio sobre la aceptabilidad o inaceptabilidad de su propio ser a ojos de las figuras de afecto. Sobre la estructura de esos modelos complementarios se basan los pronósticos de esa persona sobre el grado de accesibilidad de las figuras de apego y su capacidad de respuesta en momentos que requiera su apoyo. Asimismo, de la estructura de esos modelos depende también que el sujeto confíe en que las figuras de afecto se muestren disponibles.
Desde su nacimiento el bebé forma un vínculo afectivo con cada persona que lo cuida, tradicionalmente madre y padre, así como familia extensa. El cuidador o agente educativo es una figura de apego más y dependiendo de la calidad del cuidado y de sus propios modelos de sí mismo y del mundo, será la calidad del vínculo entre ambos. La investigación relativa a los centros de desarrollo infantil es muy escasa y se ha enfocado al tipo de apego de los bebés con sus madres solamente, sin embargo la realidad actual demanda de las mujeres salir a trabajar y compartir sus labores de crianza con educadoras. Lo que esta investigación pretende, entre otras cosas, es que las madres salgan gozosas a sus labores y que disminuya la culpa: si el bebé cuenta con ellas como base segura y si esto se reafirma con cuidadores sensibles, no tiene por qué afectar su desarrollo: se ampliará su círculo de afectos y se sabrá amado y seguro. Cuándo me preguntan sobre desarrollo, me gusta responder que es un proceso creativo de colaboración.”