En una película de Woody Allen llamada “El ciego” (2002), el personaje principal (Allen) es contratado por su ex esposa y su nuevo y exitoso marido para dirigir una película, a pesar de que sus mejores momentos como director ya habían quedado atrás. Era tanta la presión para el nervioso Allen que, antes de siquiera comenzar la filmación, él queda completamente ciego. El resto de la película la dejo a su imaginación.
La ceguera de este personaje no tenía una causa neurológica ni fisiológica, sino que era lo que se llama en psicoanálisis un trastorno de conversión histérico. Este tipo de trastornos conversivos son las expresiones sintomáticas de un conflicto psicológico subyacente, y “sirven” para que el paciente no tenga que hacerse cargo de su conflicto o necesidad interna.
Los síntomas conversivos más clásicos parecen (pero NO son) afecciones neurológicas como las parálisis, los mareos o desmayos, dificultades para escuchar, hablar, oler, convulsiones, dificultad para la coordinación motora, anestesia, etc.
Todos recordamos a las niñas de la casa hogar de Chalco que de un momento a otro no pudieron mantenerse en pie y se desplomaban al piso. Los investigadores buscaron la respuesta en el ambiente, el agua, la comida, virus, bacterias, contagios, venenos y demás, sólo para determinar que se trataba de una histeria colectiva en el que el trastorno de conversión se había “contagiado” por una suerte de identificación.
En estos casos hay una relación clara entre un evento suscitador, y el síntoma como una forma de evitar el confrlicto. Por ejemplo, un señor que yendo al hospital a ver a su bebé recién nacido quedó ciego y no pudo llegar a hacerse cargo, o la mujer a la que se le paralizan los brazos cuando su madre enferma y debe cuidarla.
Es importante saber que el individuo no es consciente de producir los síntomas de forma intencional, y suele denotar lo que los psicoanalistas llaman “bella indiferencia”, o sea poca preocupación por su estado.
Desde 1982, el psicoanalista Sigmund Freud estudiaba estos casos con asiduidad, incluso permaneciendo un tiempo con el Dr. Charcot en el hospital de la Salpétriére de París. Así surgió su gran obra “Estudios sobre la Histeria” escrita con su colega y mentor, el Dr. Joseph Breuer. Y fue el mismo Freud quien así mismo introdujo la técnica psicoterapéutica llamada psicoanálisis, por medio de la cual se estudian y analizan dichas afecciones para lograr su comprensión y su cura, el famoso “Junktim” freudiano.
Porque sin duda estos padecimientos no logran resolverse si no es mediante una psicoterapia de corte psicoanalítico que traiga a la luz el conflicto y/o deseo inconsciente, para que el paciente pueda manejarlo a nivel de la consciencia y no a través del cuerpo. Si no se atiende, el paciente irá adquiriendo importantes “ganancias secundarias”, esto es, “comodidades” y atenciones por el hecho de estar enfermo e incapacitado, que harán que el paciente no desee curarse y enfrentarse a la vida.