Periodistas mexicanos recuerdan el 11-S en su 20 aniversario

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Por primera vez en la historia, se reúnen los testimonios de las y los periodistas más relevantes de México sobre el 11-S. Escúchalos en voz original de sus protagonistas:

¡DALE PLAY!

Periodistas participantes:

Este sábado, se cumplen 20 años de los atentados del 11 de septiembre (11-S) en Nueva York (NY), Estados Unidos (EU), evento identificado como el ataque terrorista más impactante de este siglo. El derrumbe de las Torres Gemelas en pleno Manhattan captó la atención mundial y marcó el inicio de nuevos paradigmas, que persisten hasta nuestros días. 

La tragedia corrió a manos de un grupo de 19 terroristas, quienes secuestraron cuatro vuelos comerciales con pasajeros a bordo. Dos de estos se estrellaron contra las Torres Gemelas, ubicadas en la zona financiera de NY y uno tercero lo hizo contra el Pentágono, sede del Departamento de Defensa de EU, en Washington. El cuarto acabó estrellándose en un campo a las afueras de Pittsburgh, Pensilvania, pese a que su intención inicial era estrellarse contra el Capitolio, sede del Gobierno estadounidense.

De acuerdo con lo expuesto por el antropólogo, sociólogo y académico mexicano Roger Bartra, en su libro Territorios del terror y la otredad (2007), en occidente este siglo nace bajo los signos del terror y la otredad como “una pareja inseparable de nuestra cultura”, pues “el terrorismo hunde sus raíces en la defensa de alteridades religiosas, étnicas o nacionales que se sienten amenazadas”. En este marco, las y los profesionales del periodismo, quienes acceden a una visión directa de los conflictos internacionales, suponen una particular reflexión sobre lo acontecido en 2001. 

Así, exponemos a continuación testimonios referentes al caso de algunos de los y las periodistas más destacadas de nuestro país.

Paola Rojas y la posibilidad de tener al enemigo en casa

El 11 de septiembre fue un parteaguas, hay un antes y un después de ese evento que por supuesto cambió la historia, cambió nuestra manera de percibir al mundo, de entender la seguridad y cambió también la manera de hacer periodismo. Me parece que si antes concebíamos el conflicto bélico como algo que implicaba dos diferentes territorios o dos naciones que se declararan la guerra, a partir de esas imágenes y de todos los efectos que tuvieron los aviones secuestrados por terroristas, impactados contra las Torres Gemelas y contra el pentágono, de ahí se derivan muchísimas consecuencias y una muy importante es esa: empezamos a entender que el enemigo no necesariamente está en un territorio lejano; puede estar en casa.

Y que hay riesgo permanente y que todos somos vulnerables, fue algo que desde luego me marcó en lo personal, pero también en lo profesional. Que sigue teniendo consecuencias, ya lo vimos apenas con la reinstauración del régimen talibán en Afganistán. A 20 años de lo sucedido, siguen existiendo consecuencias tremendas, porque sí fue impactante, fue demoledor y cambió la historia para siempre. 

Víctor Trujillo y la valentia al aire

El 11 de septiembre de 2001 a mí y a todo el equipo de trabajo que estábamos en ese momento transmitiendo el Mañanero (…) Es inolvidable, estábamos transmitiendo, transmitíamos cuatro horas, desde CNI Canal 40, y en la redacción y en la cabina teníamos pantallas de EU y de Europa de los noticieros que se estaban transmitiendo en ese momento, cuando empezamos a recibir las primeras imágenes donde todavía todo era especulación, hasta ese momento, que me acuerdo muy bien salía el humo de una de las enormes ventanas de los enormes pisos de una de las torres y que se empezaba a decir, no solo aquí, también allá porque tampoco allá sabían perfectamente qué estaba pasando, pero se especulaba con que podría ser un incendio, con que hubiera habido alguna explosión en alguna de esas zonas de esa torre, pero las ideas volaban y las ideas surgían. 

Nosotros, desde luego, estábamos en vivo y agarramos la nota y desde ese momento, a través de mi personaje, empecé a coquetear con la idea de que a lo mejor estábamos siendo testigos del primer ataque terrorista del siglo XXI porque cuando en otras televisoras, incluso en EU, se hablaba de un incendio o si una cocina había explotado, pues nada más te pones a imaginar en la escala más cercana que uno puede tener. El tamaño de lo que estaba pasando en uno de esos pisos o dos pisos o tres pisos y que se notara de esa manera… a mí me pareció desde el principio bastante extraño que se hablara de un incendio adentro. Irnos hasta el choque de los aviones, en ese instante, era bastante aventurado, pero ya se hablaba de la posibilidad de, a lo mejor, una avioneta. 

Además, no sólo por tratarse de Manhattan, sino precisamente de la zona de Wall Street, uno no podría en ese momento imaginar que la zona aérea de esa región financiera pudiera estar descuidada o que no hubiera restricciones. Y desde luego que las había, pero había que decirlo y había que preguntarlo. Lo que era nuestra redacción se empezó a volver dos redacciones y tres redacciones porque llegaban los cables y teníamos captadas imágenes de otros programas de otros países, no solamente de EU, que estaban persiguiendo la nota, y la redacción se volvió de pronto un simposio de traductores que nos iban alimentando de las diferentes versiones que se estaban dando en vivo, en ese momento, en el aire global. 

Incluso, en ese momento, CNI Canal 40 no era un canal grande, no tenía los grandes presupuestos, pero nos acordamos que en ese momento, en EU estaba viviendo, ahí en NY, Laura Esquivel, la hermosa amiga y escritora mexicana maravillosa, y entonces nos comunicamos con ella y ella aceptó salirse a la calle para hacer una corresponsalía para nosotros, desde luego de lujo, de qué estaba pasando en el pulso de las calles en ese momento. El programa que duraba cuatro horas, se volvió un programa de seis horas, era de 06:00 a 10:00, yo creo que como a las 12:00 o 13:00, llegaron a tomar el aire con el mismo tema Ciro Gómez Leyva y Denise Maerker, llegaron a hacerse cargo del espacio. Pero la experiencia de haber podido estar en ese palco de privilegio que es el aire en vivo, lo que estaba sucediendo en NY el 11 de septiembre de 2001 ha sido una de las experiencias más intensas que he tenido a lo largo de mi carrera en la televisión. 

Nosotros transmitíamos desde el piso 42, me parece, del WTC y claro, ya con esa psicosis de lo que estábamos viviendo en vivo, de lo que pasaba en el WTC de NY, pues ya a todos los aviones les veíamos alas de sospecha. Ya pasaron 20 años de aquellas incertidumbres de lo que estaba pasando en tiempo real, 20 años después hay cosas que ya se saben y muchas cosas que aún no, que quedan en la duda, otras en la suspicacia, otras rayan en la conspiración, pero así son este tipo de tragedias, donde algunas plumas se dejan ver, pero otras no las veremos. Eso lo recuerdo, sí con intensidad, pero también con mucho cariño porque pudimos hacer un trabajo ese día que no nos imaginamos que podíamos enfrentar. 

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Andrés Oppenheimer y las predicciones

Yo recuerdo que ese día, esa mañana estaba escribiendo, por las mañanas temprano suelo escribir mis libros, y me enteré por una colega de México, la productora de Pedro Ferriz de con, yo trabajaba en ese momento, colaboraba en el programa de Pedro, y me llamó y me preguntó: «¿Andrés, puedes hacer un comentario?, ya mismo te pongo en el aire». Yo digo: «¿Qué pasó?, ¿por qué?»; me contó, obviamente me tomó por sorpresa, le dije que me llamara en 15 minutos, prendí el televisor y vi lo que todos vimos.

¿Qué cambió desde entonces? Pasado el horror, pasada la sospechas, pasado el estupor, a la semana o a los 10 días yo pronostiqué que, contrariamente a lo que muchos decían, sí el mundo iba a cambiar, pero no tanto como muchos pensaban porque, dije en ese momento, nuestra capacidad de sorpresa no es eterna, se agota y se esfuma muy pronto. Yo dije en ese momento que no me extrañaría si contrariamente a lo que muchos decían, en seis meses o en un año, los restaurantes en NY volvían a estar repletos, las calles volvían a estar repletas, la gente volvía a su vida normal y en eso no me equivoqué, pero mirando las cosas en retrospectiva, tengo que reconocer que sí, que cambiaron varias cosas. 

En mi labor profesional tuve que pasar por lo que todos tenemos que hacer cuando viajamos: las revisiones, sacarse los zapatos, el viajar se convirtió en una cosa mucho más complicada de lo que era antes, y yo viajaba muchísimo, viajaba casi la mitad del mes todos los meses como corresponsal de Miami Herald y para mis libros. Eso obviamente me complicó mucho la vida, pero más allá de eso, políticamente creo que los atentados cambiaron para siempre y para mal el clima político en Estados Unidos porque creo que este racismo de Trump, que asociamos con Trump contra los mexicanos y contra otros grupos étnicos, los musulmanes especialmente, viene en buena medida del 11 de septiembre.

Ese día sacó a la luz, legitimizó, en un principio, la islamofobia, como si todos los musulmanes fueran culpables de lo que un grupo de locos terroristas hicieron. Eso se convirtió en una bandera de muchos grupos en EU y luego se expandió a otros grupos como los mexicanos, los inmigrantes y fue aprovechado y explotado después por Trump, hasta llegar a la polarización política que tenemos hoy. Sí me impactó, impactó a Estados Unidos, impactó al mundo y para mal.

Max Kaiser y la seguridad frente a los derechos humanos

El 11 de septiembre de 2001 mi esposa y yo teníamos cinco días de haber llegado a vivir a Londres, llenos de ilusión; iba a estudiar mi maestría, tendría un trabajo increíble. Habíamos conseguido un departamento padrísimo, en una zona muy linda de Londres y de pronto, caminando por ahí, por la calle del Tottenham, las pantallas de televisión de una tienda mostraban escenas que sólo llenaban de incredulidad a todos los que veíamos, no podíamos creer lo que estábamos viendo, no pudimos dar crédito a esta atrocidad que estaba sucediendo en una de las ciudades más emblemáticas del mundo.  

A partir de ahí, la ciudad de Londres, que era una ciudad llena de libertades, se convertía en una ciudad de restricciones; la seguridad a tope, el ejército en la calle y durante varios meses así vivimos en ese lugar. El mundo habría cambiado para siempre, a partir de ese momento las constituciones y las leyes pusieron por encima el tema de la seguridad al respeto y la promoción de los derechos humanos, grupos de personas del mundo se convirtieron en una especie de enemigos, el mundo se volvió a dividir en dos; el rumbo que parecía traer la democracia liberal como modelo político a seguir, de pronto quedó truncado, empezaron a su seguir los populismos autoritarios y empezaron a hacerse lugares comunes y espacios comunes para ejercer la política.

Hoy, a 20 años de este terrible suceso, la humanidad todavía no acaba de encontrar ese rumbo que parecía traer la democracia liberal. Ojalá no se nos olvide nunca y volvamos a encontrar el camino de modelos políticos donde todos estemos incluidos, todos respetemos las reglas y todos podamos construir un buen espacio común.

Fernanda Familiar y el riesgo del fanatismo

Ese 11 de septiembre, como todos los días, me desperté para irme a peinar a un salón de belleza, y vi las imágenes del segundo avión en la televisión y pensé: «¡Qué extraña película están viendo, que agresión tan temprano!», cuando me di cuenta que aquello no era una película, me di cuenta de qué la realidad siempre va a superar a la ficción. Mi primera reflexión fue: «Si logran contra el símbolo de economía más grande del mundo, en Estados Unidos, todo puede pasar. Si pueden atentar contra la potencia mundial, todo puede pasar».

Cambió la seguridad en el mundo, cambió la forma de viajar, cambió la forma de pensar, cambió la política. Uno de los impactos mayores que tuve fue esa escena de George Bush en una escuela de niños chiquitos, un kínder, cuando entra su secretario a avisarle lo que está pasando, la cara de ese hombre no la voy a olvidar, porque te das cuenta que frente a un acto de terrorismo en cualquier momento de la vida humana, uno no sabe qué hacer. Justamente infundir el terror en una sociedad, lograrlo atentando contra la vida de las personas, atentando contra lo que sea necesario con tal de marcar territorio y vulnerar al otro, me parece un acto deleznable.

Te das cuenta que el poder, y lo peor: el fanatismo, cuando dirige a grupos como este, cómo Al Qaeda, no hay nada que hacer, el resto de la humanidad somos brutalmente vulnerables frente al fanatismo de unos cuantos. Quisiera terminar diciendo que el fanatismo es el enemigo del siglo XXI en todos sentidos y una imagen que también no puedo olvidar de aquel 11 de septiembre fue cuando en la televisión pusieron el mapa del mundo y señalaban con puntos rojos donde operaba al Qaeda y cuando se empezaron a prender puntos rojos en todo el mundo dije: “¡Caray!».

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No nos damos cuenta del gran enemigo que es el fanatismo y cómo se esparce como un terrible cáncer en todo el mundo, vulnerando a cualquiera con el objetivo de llegar a estar con Dios. Esta mezcla de religión, con poder, con fanatismo, con muerte, con terrorismo me parece mortal, una fórmula terrible contra la humanidad.

Carlos Marín y la primera plana

Aquella mañana iba yo voy a desayunar con Alfonso Durazo, que entonces era secretario particular de Fox, antes de que el canijo Durazo traicionara al presidente con su renuncia pública y diciendo que él no compartía los proyectos de Gobierno -pues ni que él hubiera tenido el apoyo popular que tuvo Fox-, y llegué a Los Pinos, pero ya desde antes de salir de la casa había visto lo que fue la estrellada del primer avión y luego del segundo avión en las Torres gemelas, entonces llegué a sabiendas de que lo más seguro es no hubiera desayuno. 

Después de saludar a Durazo me dijo, explicablemente,  que iba a una reunión de lo que le llaman el Gabinete de Seguridad y ya no hubo desayuno. Me fui porque en su oficina, creo que es cuando vi en la pantalla de un monitor el desplome de las torres y ya se sabía que el lió era con otro avionazo en el Pentágono y un cuarto avión que no se sabía dónde andaba. 

Eso fue lo que viví aquella mañana, y desde entonces,  yo creo que no habido, o sea desde el 2001 el 11 de septiembre, ningún acontecimiento periodístico más importante, más impactante, que suscite mayor interés en el público de todo el mundo. Al día siguiente como titular principal de Milenio puse la frase: “El gran desafío”, y un día después puse la fotografía a cinco columnas de Osama bin Laden y el titular: “Van tras él”.

Pascal Beltrán Del Río y una cobertura internacional

Desde que vi estrellarse, en vivo, por la televisión, el segundo avión en las Torres Gemelas, inmediatamente comprendí que algo había cambiado en el mundo, que ya no volvería ser igual. Desde luego no sabía yo hacia donde, pero a los pocos días creo que nos pudimos enterar de que la globalización tenía efectos benéficos, pero también tenía un lado oscuro, el lado oscuro del fanatismo, el terrorismo, la intolerancia… también de la pobreza de sectores sociales que se habían quedado atrás. 

Lo que vino después para mí, en concreto, fue reportear desde Asia central, Pakistán y Afganistán aquellos hechos; hice una cobertura periodística tratando de entender qué era lo que había pasado, qué era lo que había motivado a un grupo de personas a cometer un acto tan terrible y me di cuenta de que había no solamente un grupo de fanáticos sino mucha gente que sin haber apostado por la violencia sí pensaba muy distinto de lo que pensábamos en occidente; que había otra forma de ver el mundo y que más nos valía a los seres humanos tratar de comprender los pensamientos de personas distintas a nosotros, que vivían en otra cultura y en otra parte del mundo.

Sin duda, un hecho que nos cambió profundamente a esta generación y que cambió la economía, la política y representó un quiebre en la Historia.

Carlos Loret De Mola y el oficio periodístico

Hace 20 años recuerdo que estaba yo en la redacción, trabajaba yo en el programa de radio de Ricardo Rocha, y fue absolutamente desconcertante lo que estábamos viendo a través de las pantallas. Una vez que terminó de suceder todo esto y cuando todavía no lo podíamos digerir, me fui a mi otro trabajo, tenía la conducción de un noticiario en Televisa, en lo que después se convirtió en Foro TV, estaba yo a mediodía empezando y recuerdo que un colega se me acercó y me dijo: «No sé si me preocupa más lo que acabamos de ver o lo que será la reacción de Estados Unidos frente a lo que acabamos de ver”. 

A mí lo que me marcó en realidad, más que la cobertura del 11 de septiembre, que yo la seguí desde Ciudad de México, fue la reacción de EU porque yo cubrí mi primera guerra como reportero en Afganistán, que fue exactamente esa reacción. A 20 años de distancia, cuando estamos viendo el estado de desastre en el que Estados Unidos dejó ese país, después de intentarlo todo y no lograr nada, me hace recordar muchísimo lo que significó para mí como periodista, como reportero, como corresponsal de guerra haber estado en Afganistán, que de alguna manera es tu examen final. 

Para uno como reportero, después de haberlo sido durante años en México y cubrir toda suerte de acontecimientos políticos, sociales, desastres naturales, el estar en una guerra es lo que termina, desde mi punto de vista, un poco dándote la titulación, esta titulación no formal sino de la calle, del oficio. 

Para mí cubrir la guerra de Afganistán fue uno de los acontecimientos periodísticos que me marcó en esta suerte de complicada dualidad que tenemos los periodistas, en donde mientras estamos, quizás, viendo los peores horrores, estamos obligados a hacer nuestro mejor y más inspirador trabajo.

José Luis Trueba Lara y el periodismo que no se ve

Yo te puedo contar que no dormimos 15 días casi de corrido por el 11 de septiembre, te estoy hablando en serio. No sólo eso, yo tenía otra hipótesis, todo el mundo se me derrumbó en15 días, incluso nuestra vida cambió brutalmente en 15 días. Cuando ocurrió el atentado, yo pensé que no eran de Medio Oriente si no supremacistas blancos, es decir, estos grupos radicales que habían cometido el atentado en el edificio Oklahoma, donde mataron un chorro de gente con una explosión de carros, en EU. 

En la tarde ya sabíamos todo y la carrera era en ese momento sobre contratar un libro de Bin Laden. Fue toda una experiencia, conseguimos que el encargado de contrainsurgencia del Senado gringo nos diera un libro, Yossef Bodansky. Lo tradujimos en 15 días, lo imprimimos en 15 días, fue un trabajo sensacional de otro tipo de periodismo, del detrás de cámaras, del de producción.

Fue muy interesante y después de eso Paty y yo dejamos de ir a EU porque ella se apellida Palestina, imagínate que te apellidas Palestina y cada que vas te dejan ahí guardada, yo regreso de vacaciones y a ella la siguen interrogando con foco. Se acabaron nuestros viajes a EU a partir de ese día.

Aquí puedes escuchar los testimonios en la voz original de sus protagonistas:

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