En una semana marcada por enfrentamientos sangrientos en Sinaloa, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha desestimado la gravedad de la situación en el estado. A pesar de que la Fiscalía General del Estado (FGE) de Sinaloa reporta 12 homicidios, 11 heridos por armas de fuego, 20 personas desaparecidas y 31 denuncias de robo de vehículo, el mandatario aseguró que “no ha habido muchos homicidios” y que la situación no es “tan grave” como la pintan los medios de comunicación.
“Se está atendiendo el asunto en Sinaloa, la confrontación que existe, no tan abierta, no tan frontal, pero sí hay enfrentamientos, pocos”, declaró López Obrador en su conferencia matutina, minimizando los reportes de violencia que han dejado a los habitantes de Culiacán y otros municipios en medio de toques de queda de facto, bloqueos de carreteras y el temor constante por su seguridad.
«Pasquines amarillistas»: El Presidente contra los medios
López Obrador aprovechó su espacio ante la prensa para arremeter contra los medios de comunicación que han cubierto la violencia en Sinaloa. Acusó a la prensa de ser “muy tendenciosa y amarillista” por reportar los bloqueos, los incendios de vehículos y los tiroteos. “Decirle a la gente de Culiacán que, además es solo Culiacán, que estamos pendientes y que actúen con precaución, pero sin alarmismos, y que tengan cuidado, si leen estos pasquines, no les crean”, afirmó.
Las declaraciones del presidente llegan en un momento en que la población sinaloense enfrenta una realidad contrastante: escuelas cerradas, festejos patrios suspendidos, negocios bajando las cortinas y familias resguardándose en sus hogares por miedo a la violencia desatada tras la captura de Ismael “El Mayo” Zambada, cofundador del Cártel de Sinaloa, y de Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Una crisis en aumento: La respuesta de las Fuerzas Armadas
Mientras el mandatario minimiza la gravedad de los hechos, el despliegue de las Fuerzas Armadas, incluyendo Ejército, Marina y Guardia Nacional, es una clara señal de que la situación está lejos de ser controlada. «Sí tiene arreglo, con presencia de las Fuerzas Armadas para cuidar que no haya enfrentamientos, para cuidar a la población», sostuvo López Obrador, insistiendo en que el problema es un “asunto de ellos” (los narcotraficantes).
El mandatario también hizo un llamado a los grupos criminales a “buscar otras formas que no perjudiquen a la gente inocente”, un mensaje que parece ignorar la complejidad de la crisis y el sufrimiento de los ciudadanos atrapados en medio del conflicto.
El desdén del presidente hacia los reportes periodísticos ha generado indignación entre la población que vive la violencia en carne propia. La falta de sensibilidad al referirse a la violencia en Sinaloa como un tema menor no hace más que incrementar la desconfianza hacia un gobierno que, pese a los despliegues militares, no ha logrado pacificar la región. La situación exige atención seria y acciones concretas, más allá de minimizar los hechos en conferencias matutinas.
Mientras tanto, los habitantes de Sinaloa se enfrentan a una realidad de miedo y desesperación, con pocas respuestas claras y un gobierno que parece más preocupado por controlar la narrativa que por enfrentar la violencia que desangra al estado.