Rescates emocionales

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A veces lo más difícil a la hora de juzgar la hechura de una película no es la realización en sí, sino más bien determinar a qué público iba dirigida, con la finalidad de ver si cumple su misión o si su mensaje está destinado a caer sobre apreciaciones limitadas.

Me hice esta pregunta en repetidas ocasiones al estar viendo ‘Un monstruo me visita’ (‘A Monster Calls’, d. J.A. Bayona). La clasificación “B” nos indica que la puede ver un público que va de los adolescentes en adelante, pero eso no dice mucho: el tema central es de sufrimiento, hay un dolor palpable que reside en el trasfondo aún durante los instantes más inspiradores de la trama, y me cuesta trabajo entender si ese público de treceañeros va a pedirle siquiera a sus padres que elijan esta película en la misma semana en la que Vin Diesel está partiendo caras y manejando vehículos de forma por demás atrevida en la sala de cine contigua.

Al grano: Conor (Lewis MacDougall), un protagonista “demasiado grande para ser niño, demasiado niño para ser hombre”, se encuentra en un delicado estado emocional. Su madre (Felicity Jones) está siendo atacada inmisericordemente por el cáncer, y es claro que sus horas están contadas.

monstruo (3)El pobre Conor no encuentra consuelo ni respuestas dentro de su entorno. Es un chico más bien solitario, y algo raro ante los ojos de los compañeros de clase que le martirizan en la escuela. Tampoco lleva una vida social muy grata fuera de las aulas, pues su padre (Toby Kebell) vive en tierras distantes con una nueva familia, mientras que su abuela (Sigourney Weaver) parece más preocupada por cosas materiales y guardar las apariencias que por consolar a su nieto en estos angustiosos días.

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La imaginación del adolescente se convierte, entonces, en un medio para lidiar con el inminente deceso. Esta vía de escape emotiva llega de la mano de un colosal monstruo que, a la distancia, parece un majestuoso pero sencillo árbol que extiende sus ramas en una colina apreciable desde la recámara del protagonista. ¡Ah, pero cuando nadie lo ve! En esos momentos descubrimos que el monstruo parece un híbrido de Groot en ‘Guardianes de la Galaxia’ con la voz de Liam Neeson y las dotes narrativas fabulísticas de un personaje de ‘Las mil y una noches’.

monstruo (2)Creo que la película es mucho más efectiva para tocar las fibras sensibles de los adultos que las de los jóvenes hacia quien va dirigida. El director catalán ya nos había deslumbrado con su inventiva en ‘El orfanato’ (2007) y con su inteligente manejo de las tragedias humanas en ‘Lo imposible’ (2012), pero parece estar tan indeciso en esta producción como nosotros a la hora de dedicar sus esfuerzos a una audiencia específica.

El problema no reside en las actuaciones: MacDougall tiene una profundidad y un peso específico en la pantalla que es por demás palpable. Jones es dolorosamente efectiva como la madre desahuciada, mientras que Weaver comunica el desapego con una herramienta protectora más que como una crueldad deliberada.

monstruo (1)El diseño de la producción también es brillante, pues notamos una marcada influencia de quien fuera productor en el filme de Bayona antes mencionado ‘El orfanato’. Así es: Tanto el monstruo titular como otros modelos fantásticos a cuadro denotan el sello indeleble que dejó Guillermo del Toro durante su colaboración con el realizador ibérico.

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Entonces, si la película tiene una hechura más allá de lo competente, ¿cuál es el problema para reseñarla? Simplemente que, como comenté en un principio, tiene un público meta que le elude. La historia adaptada de la novela de Patrick Ness por el mismo autor es demoledora en sus momentos más humanos y mágica en los más fantásticos… pero parece dedicada a sorprender gratamente al adulto por encima del adolescente. En eso comparte un curioso mérito con el cine del mexicano Del Toro: si bien sus fábulas podrían ser consideradas como historias para un mercado joven, la verdad es que la gente grande las apreciamos más.

La recomendación de ir a ver ‘Un monstruo me visita’ es con reservas. No están los tiempos para ir a sufrir voluntariamente en las salas de cine, pero la trama es suficientemente cautivadora como para interesarnos y apelar a nuestros sentimientos más básicos. El monstruo de la trama posee un corazón que le valida como narrador subjetivo, y quienes le acepten en ese rol le perdonarán el querer hacerles llorar con sus estratagemas emocionales. Ni hablar, no todos los monstruos son temibles por su apariencia, a veces sus motivos nos bastan para rendirles respeto.

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