En pleno Día Internacional del Internet, me pareció un buen momento para escribir sobre el impacto que el que probablemente sea el mayor invento de la humanidad, en la música.
Cuenta la leyenda que fueron los Arctic Monkeys, de quienes escribí apenas la semana pasada, los que probaron las mieles de internet por primera vez, en cuanto a música se refiere. No porque ellos fueran los primeros en utilizarlo como plataforma para su música, sino porque tuvieron éxito mundial con ésta como su única herramienta publicitaria.
A partir de ahí, todo cambió, y hoy sabemos que la internet ha llegado para cambiar para siempre la música como la conocíamos. Hoy no hablamos de ventas, sino de descargas y streams; pronto lo haremos sólo de sencillos y no de discos.
Cada vez son menos las personas reticentes a hacer el cambio al stream, y esto significa posiblemente la última revolución del mundo de la música, pues no se ve por dónde pueda salir del mundo digital (¿el Y2K, tal vez?).
La pregunta es, ¿internet le ha hecho bien a la música? La respuesta es muy subjetiva: si eres ejecutivo de una disquera trasnacional (¿siguen existiendo?), seguramente no tendrías reparo en decir que no, que la arruinó. Porque te arruinaron el negocio, como lo conocías, al menos. Sin embargo, si se trata de un músico independiente, tu sentir sería diametralmente opuesto.
Gracias a internet es que podemos disfrutar de décadas enteras de música desde nuestro smartphone o en YouTube, y no tener que esperar a que la programen en una estación de radio o MTV (ése sí ya no existe, ¿o sí?).
Es por esta sencilla, pero poderosísima razón que me atrevería a decir que ésta es la mejor época que haya disfrutado la humanidad en términos prácticos de consumo de entretenimiento. Nunca fue tan sencillo acceder a tu música, cine, literatura favorita.
Sin embargo, queda claro que para los creadores podría tratarse de un arma de doble filo, que reduce sus posibilidades de vivir de su arte, a las presentaciones en vivo, suponiendo que la humanidad seguirá preferíendolas sobre los streamings o proyecciones holográficas.
La internet es nuestra mejor arma. Depende de hacia dónde esté apuntando, si hablaremos de beneficios, o de una catástrofe. Con la música pasa exactamente lo mismo.
Mi recomendación personal sería, no te resistas al streaming, llegó para quedarse. Por el contrario, si de verdad te importa ayudar a tus artistas favoritos a mantenerse vigentes, paga el servicio con tu proveedor favorito (Spotify, Apple Music, YouTube incluso), antes de pensar que le haces daño a «la mafia» que controla la industria, al descargar de forma ilegal.
Y, por supuesto, llenemos los conciertos, que esos siempre serán irremplazables.
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