La industria del sexo sigue reinventándose de acuerdo a las preferencias de la época. Hoy día, los robots sexuales son capaces de hablar, escuchar y reaccionar al tacto; están diseñados de acuerdo a estereotipos femeninos y el debate sobre la deshumanización se ha desatado.
En Londres se lleva a cabo esta semana el congreso internacional en torno al amor y al sexo con robots. Los defensores de las máquinas del sexo creen que éstas pueden ayudar a combatir la prostitución, impartir conocimientos sobre sexualidad e incluso posibilitar determinadas terapias.
Para Kate, una de las responsables del congreso, los robots sexuales no tienen por qué parecerse a las personas y pueden ofrecer una vida sexual a quienes de otra manera no logran tenerla.
Sin embargo, en opinión de Kathleen Richardson, promotora de la Campaña contra los robots sexuales, demanda que se frene el desarrollo de éstos, pues teme consecuencias sociales negativas. “Arroja la idea de que las relaciones humanas son opcionales, pues nuestras necesidades pueden ser satisfechas por máquinas, pero eso no es cierto. Necesitamos a los demás.”
También, cree que la introducción de robots sexuales podría contribuir a que las personas, sobre todo las mujeres, sean aún más reducidas a la categoría de objeto y esto podría provocar más desigualdad y pérdida de empatía.
Otro investigador, David Levy, experto en inteligencia artificial, considera que los robots sexuales no tienen que ser necesariamente sustitutos de las relaciones personales, sino más bien alternativa o complemento a éstas. Una de sus preocupaciones es la recopilación de datos íntimos, aunque esto ya sucede parcialmente con determinados juguetes sexuales, podría ser interesante, para las compañías de seguros.
Para los expertos el desarrollo de los robots sexuales será imparable y el debate a tiempo es necesario para poder colaborar en su evolución.
Con información de La Jornada