En el marco del Día Internacional de la Madre Tierra, que se conmemora cada 22 de abril, el investigador Priyadarsi Debajyoti Roy, del Instituto de Geología de la UNAM, lanza una advertencia contundente: “Nosotros necesitamos al planeta, y no al revés”.
Desde su laboratorio en la UNAM, el científico analiza las consecuencias del deterioro ambiental global y enumera los principales retos que enfrenta la humanidad: calentamiento global, sequías extremas, pérdida de biodiversidad, contaminación por microplásticos y una crisis hídrica creciente.
“Debemos preguntarnos si las condiciones que hemos creado permitirán que mi familia, mi comunidad o mi país sobrevivan. Porque lo cierto es que, si no actuamos, el planeta simplemente seguirá sin nosotros”, reflexiona Roy.
Un planeta alterado por el ser humano
Las alteraciones que sufre la Tierra son resultado de procesos antropogénicos, es decir, generados por la actividad humana. Entre ellos, destacan:
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Urbanización acelerada y deforestación
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Cambio de uso de suelo para agricultura y ganadería
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Industrialización sin control
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Contaminación de suelos y acuíferos por fertilizantes y metales tóxicos
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Presencia alarmante de microplásticos en agua, aire y alimentos
Estos factores han generado fenómenos como olas de calor más intensas, incendios forestales fuera de temporada, huracanes de mayor magnitud y la desaparición acelerada de glaciares. “Desde 2015 hemos vivido los años más calurosos de la historia. El 2024 fue el más cálido jamás registrado”, señala el especialista.
Migración climática: el éxodo silencioso
Uno de los efectos más graves del cambio climático es la migración forzada. Roy advierte que para 2050 podría haber hasta 200 millones de desplazados climáticos en busca de refugio ante sequías extremas o pérdida de tierras agrícolas.
En el caso de México, ya se vislumbra una tendencia preocupante: “Con la pérdida de productividad agrícola, hasta siete millones de mexicanos podrían migrar hacia Estados Unidos en las próximas décadas”, alerta.
Este fenómeno no distingue fronteras. Las alteraciones al equilibrio ecológico afectan a todos los países por igual, sin importar si son desarrollados o en vías de desarrollo.
Microplásticos: el enemigo invisible
Uno de los puntos más alarmantes del análisis de Roy es la presencia de microplásticos en cada rincón del planeta. Están en los océanos, en la lluvia, en el agua potable e incluso en el cerebro, sangre y pulmones humanos, de acuerdo con diversos estudios internacionales.
Estos fragmentos contienen polímeros y metales tóxicos, algunos con propiedades carcinogénicas, cuyo impacto a largo plazo todavía se desconoce, pero cuya presencia ya se ha documentado en todos los ecosistemas conocidos.
El agua, un derecho en peligro
El acceso a agua potable y su calidad se han convertido en uno de los desafíos más urgentes. En México, 80% del territorio ha experimentado algún grado de sequía en los últimos cinco años. A ello se suma la contaminación de acuíferos con nitratos, fluoruros y otras sustancias derivadas del uso intensivo de fertilizantes.
La situación se agrava con la reducción de precipitaciones y el aumento sostenido de la temperatura, que según proyecciones podría elevarse entre 4 y 5 grados para finales de siglo, mientras que las lluvias disminuirían hasta 30%.
Una oportunidad para corregir el rumbo
Aunque el panorama es desafiante, aún hay posibilidad de cambio. “Si nosotros generamos esta crisis, también podemos corregir el rumbo”, afirma Roy. Pero para lograrlo, se necesita una colaboración real entre gobiernos, industria, academia y sociedad civil.
La Organización de las Naciones Unidas también ha hecho un llamado urgente: “Restaurar los ecosistemas dañados es clave para combatir el cambio climático, erradicar la pobreza y evitar una extinción masiva”.
¿Qué puedes hacer tú?
Cada acción cuenta: desde el ahorro de agua y energía, la reducción del uso de plásticos, hasta la participación en iniciativas locales de conservación. Lo más importante es entender que no es el planeta el que está en peligro, sino nosotros.
En este Día de la Madre Tierra, la reflexión no basta. Es momento de actuar. Por ti, por los tuyos y por todos los que vendrán.