El fenómeno de la migración en nuestro país es algo complejo. En un análisis rápido, podríamos evaluar las causas por las cuales alcanzar el american dream se vuelve la opción más viable para sobrevivir. Son diversos los factores que influyen: la crisis económica, las diferencias salariales con ingresos bajos e inestables y con ello, la insuficiente y cada vez menor generación de empleos.
La cercanía con Estados Unidos y las oportunidades que por lo menos hasta antes de Donald Trump representa; el nivel de calidad de vida en nuestro país; el crimen organizado; la falta de oportunidades y tecnología para el campo y la poca rentabilidad de esta actividad directa para el pequeño productor, suman a la falta de arraigo del orgullo nacional y terminan por convertirse en el empuje de los paisanos que optan por la migración.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en los últimos años, los motivos principales de la migración fueron trabajo, reunirse con la familia y escuela. Asimismo, el estudio “México, las Américas y el Mundo 2012-2013” elaborado por el CIDE, reveló que aunque 51% de la población en general cree que la emigración es mala para el país, 42 por ciento tiene el deseo de irse, teniendo como principal destino Estados Unidos.
Pero, ¿qué conlleva seguir el sueño americano? En la parte más positiva de un concepto creado para la sociedad estadounidense pero seguido por muchos ciudadanos del mundo, significa ascender económicamente a través del esfuerzo y el trabajo duro en una tierra de abundancia y oportunidades.
Sin embargo, para los migrantes mexicanos soñar es más difícil, pues, aunque de cierta forma obtienen más ingresos, no son los mejor pagados. La adaptación a una cultura y sociedad diferente es también un trámite sinuoso por el que tienen que pasar, a veces acompañado de discriminación. Aunado a ello, el abandono de su hogar y antes de eso, el largo recorrido para cruzar la frontera.
En el intento de llegar al otro lado, muchos sufren robos, violaciones, engaños y abandono en medio de la travesía de cruzar, así como otros abusos que los involucran actividades delictivas o los convierten en material de trata, en el peor de los casos pierden la vida y en la ilegalidad, su familia jamás vuelve a saber de ellos, convirtiéndose en una estadística difícil de rastrear y castigar. ¿Cuántos de ellos terminan en una fosa clandestina?
Las entidades con mayor expulsión de connacionales son Michoacán, Hidalgo, Guanajuato y Jalisco, pero son muchos más los estados y municipios que aportan mano de obra en edad productiva, es decir, entre 20 y 39 años a la economía estadounidense.
Irse al otro lado se ha convertido en una costumbre en muchas comunidades, al grado que, aunque característicamente los desplazamientos migratorios se realizan mayoritariamente por hombres, en los últimos años, ha incrementado el flujo de migración femenina, así como el de la población infantil y juvenil.
Por mucho tiempo, nuestros paisanos han aportado al crecimiento de ambas economías, trabajando y cosechando con grandes sacrificios, los derechos que hoy están amenazados por las políticas prohibicionistas que se avecinan en Estados Unidos.
Por ello, es de suma importancia que los tres niveles de gobierno coordinen estrategias a través de programas y acciones especializadas para proteger a los migrantes y sus familias, pero más allá de eso, para crear las condiciones económicas y sociales necesarias para que no tengan que abandonar su país.
Esta temporada nuestros paisanos regresan a casa con la ilusión de ver a sus familias, de volver al terruño que los vio nacer y más que nunca, debemos recibirlos con los brazos abiertos, porque ese es el verdadero rostro de nuestros migrantes, gente trabajadora, orgullo de nuestro México. Es mi opinión…