Según datos más recientes de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro, solo el 31 por ciento de los mexicanos de 65 años y más cuentan con una pensión contributiva. Es decir, reciben por haber cotizado de alguna manera, principalmente con la seguridad social del país.
Las mujeres que cobran este tipo de pensión reciben un promedio mensual de 5.128 pesos y los hombres perciben un promedio de 6.602 pesos.
Los demás ancianos en México o cobran una ayuda no contributiva pagada por el Gobierno central o por las entidades estatales o no reciben nada.
Los datos señalan que un 49 por ciento de los adultos mayores reciben una pensión no contributiva, pero estos beneficios tienen un valor bastante inferior: las mujeres captan un promedio de 611 pesos y los hombres 608, lo que supone unos 32 dólares.
La reducida protección social para la tercera edad conlleva a que un gran número de mayores sigue activo en el mercado laboral.
El reducido alcance de las pensiones en México es resultado principalmente de una sociedad con altos niveles de informalidad promovidas por las políticas estructurales de los sucesivos gobiernos de derecha del PRI y del PAN.
“En un ranking de la formalidad laboral en América Latina, México está en el décimo lugar de 17 países de la región”, afirma David Kaplan, especialista sénior en Mercados Laborales del Banco Interamericano de Desarrollo.
“Si uno no trabaja en el sector formal no recibe y el sector formal en México no ha crecido mucho desde el 1985”, complementa Sinha, del ITAM. En México la tasa de informalidad laboral es de 57.1 por ciento de la población con 15 años y más, según la más reciente serie del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Las reglas del sistema de seguridad social en el país «no permiten y no incentivan la afiliación de una parte importante de los trabajadores». «Entre ellos por ejemplo las trabajadoras del hogar, cuya afiliación es voluntaria, a diferencia de la experiencia internacional», afirma.
Con información de El País