David Arturo Sánchez Garduño, primer posgraduado en Estudios de Género de la UNAM

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• La injusta organización de los cuidados devela un proceso de explotación de género específico de la fuerza de trabajo femenina, consideró el universitario
• Por su tesina obtuvo mención honorífica

David Arturo Sánchez Garduño es el primer egresado del Posgrado en Estudios de Género de la UNAM, programa único en su tipo a nivel nacional que data de 2020, el cual responde a la necesidad de contar con profesionales de alto nivel que intervengan en el campo laboral, y contribuye teóricamente en la producción académica de los estudios de género y feministas.

La investigación del también egresado de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional analiza el nexo entre las desigualdades de género, el trabajo de cuidados y la migración calificada de mujeres en Latinoamérica.

Mediante la tesina “Análisis sobre la intensidad del trabajo de cuidados en los flujos de migración calificada hacia México desde una perspectiva de género e interseccional”, con la cual obtuvo mención honorífica, desarrolló un estudio cualitativo-exploratorio sobre la intensidad del trabajo de cuidados en el contexto de flujos migratorios sur-sur a partir de las experiencias de 21 mujeres migrantes latinoamericanas (Centroamérica, Sudamérica y Cuba), residentes en nuestro país.

El tema de los cuidados es medular, está en la agenda feminista actual, en las cuestiones de estudios de género. Como objetivo general Sánchez Garduño analizó cualitativamente la intensidad de la labor de cuidados que realizan las migrantes calificadas en México, quienes, por definición, son aquellas que cuentan con educación terciaria (universitaria) y altamente calificadas si tienen posgrados.

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Esta migración viene a los países de destino, ya sea a continuar su enseñanza de posgrado, desempeñar sus actividades laborales porque probablemente en las naciones de origen no contaban con condiciones para realizarlas, o a buscar una buena remuneración acorde con su grado de preparación, explicó.

Es un flujo que se entiende como si fuera migración voluntaria, laboral, en términos de crecimiento personal, académico y profesional, que lo es, pero con frecuencia se pierde de vista que encuentran numerosas dificultades que impiden su libre desarrollo.

Cuidadoras

Sánchez Garduño encontró con su investigación que este flujo es parte de la internacionalización de trabajos de cuidados, pues las migrantes siguen desempeñando esta labor intensiva desde las naciones de destino.

“Los cuidados en ese sentido se vuelven no solamente una práctica de sostenibilidad de la vida cara a cara, intensiva, sino que se convierten en una práctica trasnacional porque implica estar al pendiente de otra familia en el país de origen”, subrayó.

Las personas que entrevisté, abundó, son madres que además de ser las principales responsables del cuidado de sus familias en su contexto local (México), son garantes también del cuidado económico, afectivo, de sus padres, madres, hermanas, de nietas, en otras latitudes.

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Se trata, entonces, de prácticas que multiplican la apropiación del uso del tiempo femenino para dichas actividades que no están contabilizadas de esa manera en los estudios del uso del tiempo.

La migración calificada, aclaró, no suele pensarse que esté en condiciones de vulnerabilidad porque tienen las credenciales, cartas de invitación, y su nivel socioeconómico tampoco es el que solemos entender como una situación de vulnerabilidad, pero las cargas de cuidado podrían no permitir que ni siquiera sea aprovechada en el sentido de su fuerza de trabajo calificada.

Es decir, no tener sistemas de cuidado en los países va en detrimento del aprovechamiento de la fuerza laboral, lo cual aumenta conforme más calificada sea esta.

Ante ello, Sánchez Garduño concluyó: “si bien los cuidados son base de la sostenibilidad de la vida cotidiana, intergeneracional y trasnacionalmente, su injusta organización devela un proceso de explotación de género específico de la fuerza de trabajo femenina que atraviesa las fronteras entre países. La carga de trabajo de cuidados opera de modo diferencial entre hombres y mujeres a lo largo del curso de la vida y a través de diversos marcadores sociales: género, lugar de origen y nivel educativo”.

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