Vivir de noche para sobrevivir de día sin dejar de ser feliz, así es como don Edén Díaz Araujo describe la vida de su hijo, Erick Hernández Enríquez, el joven conocido como “DJ Bengala” y quien murió en la agresión de la noche del martes en el centro nocturno “El Caballo Blanco”.
De orígenes muy humildes, como se puede apreciar al acudir el lugar donde vivía y donde fue velado por sus seres queridos, el joven de 29 años se esmeraba por garantizar que a sus tres hijos -de tres, cuatro y cinco años- no les faltara la educación para salir adelante.
Por ello, Erick se aprovechó de la mayor pasión que tenía en su vida, “la música”, con la cual gustaba de hacer espectáculos para divertir primero a sus amigos y conocidos, y después extender esta forma de diversión al lugar donde hasta esta semana trabajó dos veces por semana.
Su padre, resignado pero adolorido por lo difícil que es dejar ir “a un hijo tan bueno como él”, nos comparte el carisma que siempre caracterizó a su hijo, para el que la pobreza no fue obstáculo para ser feliz y hacer feliz a los demás.
“Era un chavo que a pesar del lugar en el que trabajaba, no era vicioso y eso era lo que a muchos sorprendía, porque trabajar y convivir en un lugar así, tarde o temprano te termina por jalar de alguna manera, pero a él no”, agrega orgulloso.
Con su indumentaria, una gorra de beisbolista y sus cadenas “como todo buen DJ”, Erick no sólo se limitaba a dar sus espectáculos en «El Caballo Blanco”, a donde sólo trabajaba dos veces por semana, sino que también hacía show para sus amigos y sus hijos.
“A veces armaba espectáculos para las escuelas y a los niños les encantaba”, asegura don Edén y así se pudo comprobar durante su velorio, al cual acudieron niños de la escuela primaria Cuauhtémoc, quienes en silencio hicieron guardia a la salida de la casa de “DJ Bengala”.
Y es que si algo caracterizó a Erick fue su carismática personalidad dadivosa, tal y como lo demostró el último día en que don Edén tuvo contacto con su hijo, “el día del cumpleaños de su abuelito, hace aproximadamente un mes”.
“Nos había dicho, no voy a poder ir porque tengo trabajo, pero al iniciar la fiesta fue el primero que llegó con el pastel. Sí, así era mi hijo”, agrega mientras aprieta los labios para evitar volver a llorar mientras una lágrima vuelve a salir de sus ojos.
Entre los sueños de Erick, además de ser uno de los mejores DJ, era garantizar que sus hijos tuvieran la educación que él ya no pudo continuar, pues aunque llegó a nivel preparatoria, la necesidad lo llevó a tener que dejar los estudios para trabajar y sobrevivir.
Es por ello que, aprovechando su pasión por la música, Erick decidió incursionar en el mundo de la mezcla musical, labor que desde pequeño desempeñaba para jugar en su casa, en donde “le gustaba hacer su magia con la música”, comenta don Edén.
Era tanta su generosidad “que nunca pudo quedarse para sí lo que hacía, el siempre quería compartir con los demás la felicidad que le daba la música, por eso siempre andaba armando espectáculos y siempre andaba entregándose, y ni porque sabía lo que era no tener algo y la dicha que da que te den un poco de eso que no tienes”, subrayó.
Así pues, al llegar el momento del último adiós, la familia de Erick partió del número 423 de la calle Benjamín Cananea rumbo al Panteón Jardín, donde finalmente fueron depositados con cariño con la esperanza de un futuro encuentro en el más allá.