El sumo póntifice nombró a Baltazar Enrique Porras Cardozo, de Tlalnepantla, además los arzobispos de Madrid, Carlos Osoro, de Mérida (Venezuela), Carlos Aguiar Retes, y el de Brasilia (Brasil), Sérgio da Rocha.
De Estados Unidos, han recibido esta distinción el arzobispo de Chicago, Blase J. Cupich, y el de Indianápolis, Joseph William Tobin, así como el prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Kevin Joseph Farrell.
También al italiano Mario Zenari, y los arzobispos de Malinas-Bruselas (Bélgica), Jozef De Kesel, de Bangui (República Centroafricana), Dieudonné Nzapalainga, de Daca (Bangladesh), Patrick D’Rozario; de Puerto Louis (Isla Mauricio), Maurice Piat, y de Puerto Moresby (Papúa Nueva Guinea), John Ribat.
Cuatro cardenales no podrán participar en elecciones por exceder los 80 años son los arzobispos eméritos de Kuala Lumpur (Malasia), Anthony Soter Fernandez, y de Novara (Italia), Renato Corti, el obispo emérito de Mohale’s Hoek (Lesoto), Sebastian Koto Khoarai, y el presbítero de la Archidiócesis de Shkodër-Pult (Albania), el reverendo Ernest Simoni.
Luego de la ceremonia el Papa pronunció una homilía en la que criticó la indiferencia y pidió a los nuevos cardenales que «sean misericordiosos» con los demás.
«La elección, en vez de mantenerlos en lo alto del monte, en su cumbre, los lleva al corazón de la multitud, los pone en medio de sus tormentos, en el llano de sus vidas. (…) Amen, hagan el bien, bendigan y rueguen. Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman», dijo.
Consideró que la sociedad moderna se caracteriza «por fuertes cuestionamientos e interrogantes a escala mundial» y criticó que exista «la polarización y la exclusión como única forma posible de resolver los conflictos».
Se refirió a inmigrantes y refugiados para subrayar que hay que desterrar la idea de que son una amenaza.
«Venimos de tierras lejanas, tenemos diferentes costumbres, color de piel, idiomas y condición social; pensamos distinto e incluso celebramos la fe con ritos diversos. Y nada de esto nos hace enemigos, al contrario, es una de nuestras mayores riquezas», expuso.
Y más adelante afirmó que «como Iglesia, seguimos siendo invitados a abrir nuestros ojos para mirar las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de su dignidad, privados en su dignidad», concluyó.
Con información de Excélsior