Desde la era del Imperio Romano y su costumbre de resolver los consensos a través del «dedazo», la humanidad ha pasado a un estadio más sofisticado e impregnado de tecnología llamado Facebook. Con más de 12 años de vida, la red social cuenta con un imperio de comunicación inmenso, multimillonario y sobrepoblado; con un líder carismático y un poder de influencia sin precedentes.
Mark Zuckerberg, genio de 31 años, fundador y CEO de Facebook, tiene grandes ambiciones como la de conectar digitalmente a comunidades marginadas de países al utilizar drones «buscadores de señal inteligente» que funcionan con energía solar para potenciar señales de internet.
Facebook, a lo largo de su historia, ha generado un esquema de servicios que atrae a públicos numerosos, cuya atención, preferencias y gustos, al ser medidos y optimizados, pueden ser traducidos en publicidad «a modo» de acuerdo a los segmentos de mercado que tales mediciones arrojen; oportunidad que grandes marcas aprovechan para presentarse ante su nicho específico de mercado. Facebook es un imperio que se ha construido a partir de la segmentación de información, y con ella, la venta de un sinnúmero de servicios de trasiego de datos ordenados y precisos.
Por ello, la misión de imperio del “big data» como Facebook, o Google, ha sido proyectar sus conceptos a todo el mundo de forma masiva; recabando información de todo tipo de usuarios, involucrándose en la vida de millones de personas, y con ello, tener en sus manos un arma informativa que puede ser utilizada para distintos fines: desde los más pacíficos, hasta los más sombríos.
Ante todo esto, en la antigua Roma, los emperadores podían percibir que de repente las masas se tornaban en su contra, lo cual, para genios como Zuckerberg, simboliza una oportunidad para controlar e imponer, y a partir de ello, ser respetado por cientos de personas por su hegemonía del poder.
Con información de The Economist