El gobierno de Joe Biden ha confirmado que los aranceles del 100% sobre la importación de vehículos eléctricos procedentes de China comenzarán a aplicarse el próximo 27 de septiembre. Esta medida, anunciada hace meses por la Oficina de la Representante Comercial de Estados Unidos (USTR), tiene como objetivo fortalecer la industria automotriz nacional en un momento crucial para la transición hacia energías limpias.
Además de los vehículos eléctricos, entrarán en vigor aranceles del 50% a los paneles solares y del 25% a otros materiales estratégicos como aluminio, baterías eléctricas y acero. La decisión refleja la continua batalla comercial entre las dos economías más grandes del mundo.
Impacto en el comercio global
En total, los aranceles impactarán productos con un valor comercial aproximado de 18 mil millones de dólares en 2023. Los sectores clave que verán incrementos en los aranceles incluyen aquellos relacionados con la tecnología y las energías renovables, lo que supone una estrategia más amplia de Estados Unidos para reducir su dependencia de la manufactura china.
La USTR, liderada por Katherine Tai, enfatizó que estos aumentos son una respuesta directa a las «políticas y prácticas nocivas» del gobierno chino. Tai argumentó que China ha continuado imponiendo restricciones que perjudican a las empresas y trabajadores estadounidenses, principalmente en el ámbito de la transferencia de tecnología.
Semiconductores: una excepción momentánea
Aunque los aranceles a semiconductores chinos también fueron parte de la propuesta inicial, su implementación no comenzará hasta el año próximo, sin una fecha exacta aún definida. Esto podría deberse a la delicada situación en la que se encuentra el sector tecnológico mundial, con una demanda creciente y una oferta limitada de chips.
Acusaciones de ciberespionaje y robos tecnológicos
Estados Unidos ha acusado repetidamente a China de emplear prácticas desleales para adquirir tecnología extranjera, incluyendo ciberespionaje. La USTR advirtió en su comunicado que, a pesar de los llamamientos previos, China ha intensificado sus intentos por acceder a tecnologías clave mediante intrusiones cibernéticas, lo que sigue afectando negativamente al comercio estadounidense.
Este nuevo capítulo en la guerra comercial entre Washington y Pekín no solo impactará las relaciones bilaterales, sino que podría generar efectos colaterales en la economía global, afectando a industrias que dependen de la integración de tecnología y recursos de ambos países.