Golf, suelditos y la realidad política

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Por: Emerio Anaya

Durante estos últimos días Samuel García, precandidato a la gobernatura de Nuevo León (NL) por Movimiento Ciudadano (MC), ha estado nuevamente dentro de la opinión pública en redes sociales y no precisamente de manera positiva. Sus declaraciones que salieron a la luz recientemente sobre el “arduo” trabajo de jugar los dieciocho hoyos de golf y la clasificación de 40 o 50 mil pesos como un “sueldito” han sido objeto de crítica en redes sociales. 

Si bien tampoco faltaron los memes y burlas por tales comentarios, también dichas declaraciones denotaron un gran problema. Se trata de la desconexión sobre la realidad que existe entre la clase política privilegiada respecto a las clases bajas del país. En relación con eso, resulta pertinente la infamosa frase con la que se suele mirar a la figura de María Antonieta: “que coman pasteles” (o mejor dicho que coman brioche, ya que es un error de traducción).


A pesar de que no se puede afirmar que dichas palabras hayan provenido de la reina consorte de Francia, su significado Posrevolución Francesa denotaba la ignorancia que había en las clases altas sobre la situación de otros sectores de la población. En ese sentido se hablaba de dos mundos, el de la nobleza y el del pueblo, tan diferente uno del otro aun cuando ambos se encontraban en un mismo espacio, pero separados por relaciones de poder. 

Los gobernantes que demuestran ignorancia ante la situación que los rodean suelen ser aquellos no aptos para tal responsabilidad. Según el antiguo libro chino de la Dinastía Jin, a comienzos del año 300 de nuestra era, ante la escasez de arroz para la población, el Emperador Hui dijo “entonces ¿por qué no comen carne?”. De acuerdo con el texto, tal frase demostraba la incapacidad de dicho personaje para gobernar a su gente.


Miles y cientos de años después y nos encontramos con una situación no muy diferente, si la vemos de manera general: el político nuevamente ignorando la realidad que lo rodea. Pero hay que aclarar, el caso de Samuel García no es una excepción.

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