Regulación de cannabis, lucha global

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  • Cada nación, de acuerdo con sus realidades, tiene que buscar la manera más adecuada de hacerlo, consideró Maximiliano Carlinis
  • En Brasil existen 40 millones de usuarios del estupefaciente, destacó Juan Palomino

Maximiliano Carlinis, especialista de la Universidad de Buenos Aires (UBA), planteó que se debe separar el derecho penal del cannabis, porque es momento de regular su consumo: ya vamos tarde.

Al participar a distancia en el Seminario 4 20 “Cannabis, derechos y regulaciones; casos Argentina y México”, convocado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, el experto en derecho, cannabis y salud pública subrayó:

Nosotros lo encaramos, como en otras latitudes, a partir del punto de vista medicinal. En contraste, 80 por ciento de los accidentes de tránsito en esa nación de América del sur son por exceso de alcohol, y aquí el vino es una bebida nacional y no hay iniciativa al respecto. El alcohol y el tabaco son las dos drogas más consumidas, matan a miles, y el cannabis no.

Indicó que 27 por ciento de la población argentina consume o consumió el estupefaciente en 2023, lo que equivale a aproximadamente 11 millones de personas. Ello la posiciona como la tercera droga más empleada en Argentina, después del tabaco y el alcohol.

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Para el especialista, no podemos elaborar ningún proyecto de ley sin escuchar a la población consumidora, porque la legislación termina haciéndose por personas con prejuicios, inexpertas, además de que no se puede imponer una moral privada.

Hace 20 años, recordó, se presentó el primer plan de despenalización en esa nación. Es una lucha larga y no hemos generado la movilización de otros reclamos de vieja data; es una demanda que nos tenemos que hacer a nosotros mismos, más que al Estado.

En la exposición, moderada por María de Jesús Medina Arellano, investigadora del IIJ, Maximiliano Carlinis apuntó que se trata de una cuestión cultural y precisó que al regular el narcótico se reglamentarían acciones existentes.

De acuerdo con el profesor de Principios y Derechos Humanos de la UBA, cada nación tiene que buscar la forma de llevarla a cabo, es una lucha global.

México tiene problemas distintos, es riesgoso dejar a la iniciativa privada la producción, cada país tiene diferentes realidades, pero no deben generarse monopolios, cárteles. “En Argentina se crean empleos, incluso a cultivadores, y se elimina el narcotráfico como beneficio residual; y los consumidores pueden tener un acceso seguro en un lugar de contención”, detalló.

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El también asesor legislativo mencionó que el cannabis ha sido blanco de suspicacias y mitos. “El primero es que sería la droga de inicio para otras; que quema neuronas; junto a otras patologías. No es así, es una medicina, y creo que el prohibicionismo de alguna manera cavó su propia tumba al obligar a reconocernos como enfermos para poder acceder a esta sustancia”.

En su oportunidad, Juan Palomino, de la Universidad de Morón, Argentina, quien coordinó junto con Carlinis el libro “Cannabis cuestión de derechos”, expuso que la demanda de consumo crece, por eso se ha vuelto un negocio millonario.

“En Tailandia, por ejemplo, se legalizó de un día para otro y se ubicaron alrededor de seis mil dispensarios, creció el turismo hasta en 20 por ciento. En Brasil, como en otros sitios, es un negocio del narcotráfico, donde hay 40 millones de usuarios y consumidores; lo ven como un negocio privado y las políticas públicas no los acompañan. Por ello pregonamos por legalizar el uso adulto (recreativo) del cannabis como lucha global”, finalizó.

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