Cuando los poetas miran

Recientes

Menor de 13 años acusado de brutal ataque a su exnovia queda en libertad

La Ciudad de México se encuentra conmocionada tras el brutal ataque perpetrado por un joven de tan solo 13 años contra su exnovia de la misma edad. A pesar d...

Turista canadiense denuncia intento de cobro de mil dólares por un corto trayecto en taxi

Unas vacaciones que prometían ser de ensueño, se convirtieron en una pesadilla para un turista canadiense en el Aeropuerto Internacional de Cancún. Xavier Co...

Muere José Armando, el niño que renunció a las quimios para disfrutar la vida

Hace unas semanas, les informamos de José Armando, un chavito de 14 años de Xalapa, Veracruz, llamó la atención de la gente luego de que tomó la polémica dec...

Diputados aprueban Fondo de Pensiones para el Bienestar

El pleno de la Cámara de Diputados ha dado un paso trascendental al aprobar la reforma que da vida al Fondo de Pensiones para el Bienestar. Esta medida, que ...

Detienen a ‘la mataperros’ tras espeluznante hallazgo

Después de una larga espera, la justicia finalmente alcanzó a María Consuelo N., conocida como "La Mataperros" de Bosques de San Sebastián. Las autoridades l...

Compartir

De entre los peligros que han acompañado al ser humano, mirar ocupa hoy un papel secundario pese a tenerse ejemplos tan antiguos y lastimosos de su pujanza como el mito griego de Orfeo, a quien le fue otorgada la oportunidad de volver, desde el inframundo, a su esposa, Eurídice, bajo la condición de no mirarla.

Orfeo, como se sabe, falló. En una primera interpretación se podría concluir que el instinto y el miedo lo traicionaron. Si se ahonda en la problemática, podría llegarse al cuestionamiento de si en realidad no fue a ella a quien se le traicionó, ya que corre con la consecuencia directa. Pero tal vez, como reflexiona Marianne, en “Retrato de una mujer en llamas” (2019), el devenir respondiera a que la elección no provenía del amante, sino del poeta… ¿Y si Eurídice se lo hubiera pedido?

También te puede interesar:  Cuando se defiende al cuerpo con el cuerpo

La trama de la cinta, situada a finales del siglo XVIII, en Reino Unido, presenta a una joven artista que debe pintar el retrato de boda de una mujer, lo que desata una serie de encuentros y desencuentros marcados, muchas veces, más que por los diálogos entre las protagonistas, por la intensidad de sus miradas.

¿Qué miramos cuando miramos al ser amado? ¿Cuántas miradas bastan para memorizar un rostro? Quien haya mirado unas manos pensando en que desearía verlas envejecer sabrá del miedo que causa no saber cuántos destellos de vida nos caben en la memoria. Quienes se atrevieron a caminar sin mirar atrás supieron hasta entonces que lo que más dolía era saber que a través de la ventana alguien les observaba con el brillo que siempre desearon, pero ya no les interesa. 

También te puede interesar:  Pasos en la playa

Sí, hubo una época en la que mirar destruía reinos y condenaba descendencias. Hoy habitamos los días en que mirar pareciera haberse tornado en una actividad menospreciada, que por usual no puede llamarse sorprendente. Ha sido limitada.

Dirigida siempre hacia abajo, sobre nuestras manos, que sostienen una pantalla, le hemos quitado el placer de sorprender y llevarnos a reaccionar como lo haría el poeta. La hemos condenado a mantenerse fija sobre los colores falsos de videos y fotografías de lugares y personas por las que jamás iríamos al inframundo.

Con suerte, un día, descubriremos como lo anticipó Vicente Huidobro, que quienes creyeron mirar estaban siendo mirados. 

Comentarios