El antiguo peligro sísmico de Europa

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Por lo general, hablar de sismos moderados a grandes en Europa es estar describiendo historias de desastres. Sí resulta sorprendente que una sociedad que ha sufrido los embates de la naturaleza desde las épocas más antiguas de la humanidad, no esté verdaderamente preparada para soportar los efectos de los sismos.

De manera general, Europa forma parte de la placa Euroasiática, converge (de poniente a oriente) con la placa Africana, la placa Arábiga y la placa Indica. Sin embargo, otras grandes fallas se hacen presentes en algunos países del continente como Italia, Grecia, países Balcánicos y Turquía, siendo estos países los de mayor riesgo sísmico como lo muestra el mapa de la portada.

Italia ha dado el ejemplo dos veces en menos de 10 años de una mala gestión del riesgo de desastre.

Finalmente, el primer desastre dentro de esos 10 años que mencioné, ocurrió en abril de 2009 con un terremoto de 6.3 cercano a la ciudad de L’Aquila; dejó al menos a 295 personas fallecidas, más de 1000 personas lesionadas y más de 55000 personas sin hogar.

El terremoto más reciente, inició el 24 de agosto con una secuencia de varios sismos de magnitud superior a 6.0 con epicentro en la región de Noricia, Italia. Generó intensidades Mercalli IX (violentas) en la zona del epicentro. Más de 300 personas fallecieron.

Estos sismos son el resultado de una falla normal (tipo de falla) superficial en los Apeninos centrales. Los Apeninos es una cadena montañosa que se extiende desde el Golfo de Taranto, en el sur, hasta el borde meridional de la cuenca del Po, en el norte. Geológicamente, los Apeninos es en gran medida una cuña de acreción formado como consecuencia del proceso subducción. Esta región es tectónicamente y geológicamente compleja ya que implica tanto la subducción de la microplaca Adria por debajo de los Apeninos de este a oeste y la colisión continental entre las placas de Eurasia y África que construyen la cadena montañosa de los Alpes más al norte y la apertura de la cuenca del Tirreno el oeste.

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Imagen: daños en Amatrice, Italia, por el terremoto de agosto de 2016.

Recientemente, aunque con menos daños y víctimas que los terremotos de Italia, se registró un fuerte sismo de magnitud 6.7 en los límites de Turquía y Grecia con saldo de dos personas fallecidas y un “extraño tsunami” que causado por una ruptura que se extendió hasta la superficie cuando por lo general, este tipo de sismo (tipo de falla) no produce tsunami además de haber tenido una magnitud menor.

Y precisamente, Turquía es el último gran desastre sísmico en Europa.

La madrugada del 17 de agosto de 1999, un poderoso terremoto de magnitud 7.6, azotó la región de Izmit muy cerca de la capital Estambul. El gran sismo fue originado por la falla de Anatolia, una falla similar a la de San Andrés con desplazamiento paralelo de forma horizontal de un bloque de la corteza con respecto al otro. Cerca de 17,000 personas murieron con más de un millón de damnificados sin hogar.

Imagen: severos y extensos daños por el terremoto en Turquía de agosto de 1999

Pero si queremos remontarnos al más mortífero y destructivo del viejo continente, debemos remontarnos hasta 1755. El 1 de noviembre, en plena celebración católica del Día de Todos los Santos, se registró un sismo con una magnitud estimada entre 8.5 y 9.0. matando a miles de personas solo por la violenta sacudida y miles más por el posterior tsunami.

Al terremoto y tsunami, se sumó un gran incendio producto de veladoras utilizadas para la festividad (más las que usualmente se usaban para alumbrar). Se estima que la cifra de fallecidos fue superior a 100,000 personas.

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Imagen: representación del desastre en Portugal producido por el terremoto, tsunami e incendios.

¿Y por qué suceden estos desastres?

Por las mismas razones que suceden en todas partes del mundo, incluyendo México. Mucho tiempo pasa entre sismos que fueron desastrosos y aunque nuevas generaciones escuchan los relatos de tragedias del pasado, no son plenamente conscientes del riesgo al que se está expuesto.

Europa, o gran parte de Europa, se caracteriza por tener construcciones con siglos de antigüedad sin que tenga un diseño a prueba de sismos como las construcciones actuales sí, no porque una edificación soportó un sismo del pasado, podrá soportar sismos futuros. En Italia es muy costoso adaptar o renovar sus antiguas edificaciones con técnicas que les permita soportar fuertes movimientos ignorando por completo cuál podría ser el resultado ante un nuevo terremoto.

También, impera la corrupción al no vigilar la correcta aplicación de las normas de construcción y que muchas de esas nuevas técnicas no están al alcance de comunidades en situación de pobreza quienes aplican técnicas de autoconstrucción sin asesoría de ingenieros o especialistas en Protección Civil.

La población en situación de pobreza en Europa (igual que en México) son bombas de tiempo que detonarán hasta el siguiente gran sismo y la labor de prevención y mitigación del riesgo, hasta el momento, ha sido nula o por lo menos muy limitada.

¿Nuestra casa, escuela y oficinas son seguras? La respuesta podrá tenerla un especialista que pueda realizar una evaluación y emitir recomendaciones. Es muy importante porque no solo es tu patrimonio, sino tu propia vida y la vida de las personas que están a tu alrededor.

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