Comunidad Libanesa en México

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Entre los años 1800 y 1930, más de 60 millones de personas en el mundo inician una migración sin precedentes. En el caso específico de los libaneses la sectorización religiosa, la división social bajo el dominio otomano, los conflictos políticos y un desarrollo que sólo beneficia a las clases altas son las principales causas de esta movilización.

Los habitantes del Monte Líbano son campesinos sin tierra, viviendo bajo un sistema casi feudal de cultivo de seda, del cual el 90% es para los emires, monasterios, intermediarios, usureros y mercaderes. Y por si fuera poco, la transición a un sistema de capitalismo periférico provoca que la vida de los campesinos tenga pocas esperanzas de mejorar.

¿Qué opción les queda? La migración. De 1860 a 1914, un tercio de la población deja el Monte Líbano. La mayoría son de confesión cristiana maronita, considerados como ciudadanos de segunda clase por debajo de los musulmanes. Uno de los países a donde llegan es precisamente México.

Agentes viajeros en el puerto de Beirut engañan a muchos libaneses haciéndoles creer que desembarcarán en Nueva York, pero en realidad los dejan en la costa veracruzana. Otros que sí llegan a Estados Unidos no son aceptados por los agentes migratorios y terminan en nuestro territorio con la idea de cruzar más adelante por la frontera norte, donde en ese entonces hay poca vigilancia.

Por esto se dice que la migración libanesa a México se da de manera indirecta y fortuita, pero es un hecho que también su espíritu aventurero y navegante, heredado de sus antepasados los fenicios, los trae a México durante el Porfiriato. El primer libanés registrado llegó por el Puerto de Veracruz en el año 1878.

Para su fortuna, los recién llegados se encuentran con una política exterior de Porfirio Díaz que busca poblar las grandes extensiones de tierra deshabitada y mano de obra que la trabaje, sobre todo si se trata de europeos para lo que Díaz llama “nueva colonización”. Parte del acuerdo es dar los mismos derechos a los extranjeros. El resultado de esto atrae a 30 mil inmigrantes.

Para el año de 1905, en México hay 5 mil libaneses. A finales del siglo 19 y principios del 20, llegan 150 libaneses anualmente a tierras mexicanas, entrando por Tampico, Veracruz y Progreso. En su pasado y en otro continente dejan sultanes, emires, guerras civiles, hambrunas y despojos. Llegan decididos a prosperar en su nueva tierra adoptiva.

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Como era de esperarse, la religión es pieza clave para la aceptación de los libaneses por parte de los mexicanos. Por eso se encuentra en las iglesias católicas al monje maronita San Charbel Makhlouf, perteneciente a la iglesia cristiana de rito oriental y santo al que veneran mexicanos y libaneses por igual.

En la vida económica, los libaneses incursionan en un nicho comercial prácticamente vacío: el comercio ambulante. Vendiendo de casa en casa y en abonos, sobre todo a la clase popular, a quienes atraen por el sistema de pagos fraccionados nunca antes visto en México.

Tan grande es su éxito, que a pesar de no representar más del 5% de la población de inmigrantes en México a principios del siglo 20, los libaneses tienen más de la mitad de las actividades comerciales de todos los grupos extranjeros radicados en nuestro país.

Tampoco podemos olvidar su aportación a la gastronomía. Ellos introducen sus costumbres alimenticias en diversos estados de la República, fusionando sabores y olores con los endémicos de cada región. En el año 1900, un platillo emblemático de la cocina libanesa llamado shawarma se convierte en el famoso “taco árabe” de Puebla.

Y precisamente en Puebla, aquellos libaneses que llegan en 1890 son testigos de los estragos de la crisis internacional de 1907, que hace que fábricas pequeñas y talleres textiles quiebren en medio de protestas proletarias e insurrecciones campesinas. Los libaneses, que llevan un estilo de vida sencillo y no tienen negocios fijos, poseen el capital disponible para comprar estos negocios e incursionar en la rama industrial.

Como dato curioso, en el Archivo General de Notarías de la ciudad de Puebla se tiene el registro de don Antonio Jacobo Abdo y Antonio Cassab, como dueños de una sociedad colectiva para la explotación de la fábrica de medias llamada “Jacobo Cassab y Hermano”, con un capital inicial de 4 mil pesos, fechado en el año de 1907.

Por esto, se puede decir que la industria libanesa surge en Puebla. Y es también la primera sociedad colectiva de este tipo en todo México. Para 1960, los hermanos Cassab ya son reconocidos como los mayores textileros de Puebla, generando más de 32 mil empleos directos.

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En el ámbito de la política también tenemos un gran ejemplo, hijo de una familia de origen libanés que llega a la Presidencia de México en 1924: Plutarco Elías Calles.

En este periodismo de vida, hoy te presenté un breve recorrido histórico de la comunidad libanesa en México, a quienes les tomó 10 años establecerse aquí, 20 años para acumular capital y 30 años en total para afianzarse como empresarios.

Se calcula que existen más de 600 mil libaneses en México. Y conforman un grupo migratorio que representa una historia de luchas, de prosperidad y de lazos comunitarios que los han conducido a la completa aceptación y adaptación para reconocerse como mexicanos de origen libanés. Y esto, a pesar de los episodios de xenofobia que les tocó experimentar en el pasado.

Actualmente, podemos contar con grandes libaneses en varios ámbitos culturales, empresariales, políticos y sociales de México. Por ejemplo, Carlos Slim. Su padre, Julián Slim Haddad llega a tierras mexicanas en 1902, cuando apenas tiene 14 años, sin hablar una sola palabra de español y huyendo del Imperio Otomano.

Slim Haddad llega a Veracruz y al poco tiempo se traslada a Tamaulipas, donde estaban sus hermanos mayores. En este lugar comienza a forjar el espíritu comercial que hereda a quien es hoy uno de los tres hombres más ricos del planeta: Carlos Slim.

En el plano cultural, Salma Hayek es nieta de abuelos libaneses también. Extraordinaria actriz y hermosa mujer que triunfa en los Estados Unidos y en el mundo. También tuvimos a un cineasta como Miguel Zacarías, al comediante Mauricio Garcés y al dramaturgo Héctor Azar.

En fin, ejemplos de libaneses notables hay muchos y también ejemplos de esfuerzo, trabajo y emprendimiento. Por eso es que hoy te pregunto a ti que me escuchas en ¡Qué tal, Fernanda!, ¿qué libaneses en México conoces o qué tanto sabes de la comunidad libanesa que ya es parte de los mexicanos? Escríbeme a las redes sociales de QTF y comparte tus opiniones.

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