Remedio contra el superhéroe común

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No, esta película no es otra película de superhéroes. Ni de lejos. Por favor no entres a la sala con expectativas falsas de presenciar los heroicos actos del noble Capitán América defendiendo la libertad y la democracia. Tampoco verás al mesiánico Superman cuestionando su virtual divinidad en un mundo de simples mortales, buscando hacer el bien y protegernos del mal. Es más, ni el inmaduro pero jovial Spider-Man saltará de un edificio a otro haciendo más seguro el vecindario al detener a los criminales.

cartelVas a ver a un mercenario con el rostro desfigurado destripando individuos con un par de katanas, procurando provocar el máximo dolor posible y puntualizando cada muerte con un cínico comentario en referencia a algún icono de la cultura pop, siempre con el lenguaje más soez que sea capaz de idear su desequilibrada mente. Por si no se conocían: audiencia, éste es Wade Wilson, mejor conocido como “Deadpool” (d. Tim Miller), el más grande antihéroe en el universo de Marvel Comics y una de las mejores adaptaciones fílmicas de un personaje de ficción.

La historia de Wade es simple en su concepción, y sólo se hace más compleja a medida que entendemos cómo su entorno escapa todos los parámetros convencionales del género. En un principio sabemos que es un ex miembro de Fuerzas Especiales del ejército, de donde fue dado de baja por su cuestionable moral y nulo respeto por la autoridad. Wilson se gana la vida como matón a sueldo en un bar de mala muerte poblado por individuos de similar calaña y por Weasel (T.J. Miller), un cantinero que le consigue trabajos francamente ilegales pero que a la vez es lo mas cercano que tiene a un amigo. Es en este bar donde Wade conoce a Vanessa (Morena Baccarin), cuya belleza va de la mano con su cinismo y tendencia a la autodestrucción. Sobra decir que ella y Wilson están hechos el uno para el otro, ya que esta película es, en el fondo, una historia de amor.

deadpool (4)No, claro que no lo es. Pero su protagonista insiste en lo contrario. Verás, si no estás familiarizado con el personaje de Deadpool es preciso decir que él es protagonista y a la vez “narrador no fiable” en sus aventuras, rompiendo la “cuarta pared” e interpelando constantemente al público, plenamente consciente de que es un personaje dentro de una historia. Sí, recientemente hemos tenido superhéroes que se toman a sí mismos muy en serio (Batman, Superman) y otros que adoptan poses relajadas respecto a sus poderes y habilidades (Iron Man, Ant-Man), más una amplia gama que cae más o menos en medio de ambos polos. Deadpool, por su parte, se ubica en un ámbito tan distante del espectro que bien podría vivir en una órbita propia. Y esa aislamiento de las reglas es lo que lo hace conectar con nosotros de forma tan efectiva.

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Su origen es algo mundano, incluso. Poco después de conocer y conquistar a Vanessa, Wade cae en el hospital aquejado de malestares diversos que resultan ser un agresivo cáncer generalizado. No hay remedio para su condición, tan sólo retrasar lo inevitable. Wilson se dejaría morir, pero algo en su cínico ser se conmueve al ver el afán de su chica por sacarlo adelante, así que accede a una misteriosa oferta de un no menos misterioso individuo que se aparece por el bar, con la promesa de curar su cáncer sometiéndole a un complicado procedimiento que le convertirá en un “súper humano”. Sobra decir que nada es lo que parece ser, pero para el momento en el que el protagonista quiere escapar del tratamiento, es demasiado tarde.

Wade queda permanentemente desfigurado por sus captores, pero el experimento funciona: sus habilidades se magnifican, su cáncer desaparece y adquiere poderes regenerativos tan sólo equiparables a los de otro superhéroe, Wolverine (abundante e hilarantemente referenciado por los guionistas). Ahora Wilson se dedicará a usar sus poderes para el bien, ¿cierto? Claro que no: su única motivación es vengarse de los crueles responsables detrás de su condición (Ed Skrein y una temible Gina Carano) y causar el mayor número de muertes, caos y destrucción en el proceso. ¡Ah, y recuperar a Vanessa!

Sí, esta trama es simple. Nada de salvar al mundo de una amenaza alienígena. Nada de sesudas reflexiones sobre grandes poderes que conllevan grandes responsabilidades. Deadpool adopta una nueva identidad y también una nueva actitud en este singular universo donde tipos llenos de músculos y chicas voluptuosas se visten con spandex y presumen poderes que agotan el presupuesto de CGI. Él prefiere burlarse cruelmente de todo el mundo, en especial de la naturaleza ingenua de otros héroes como el mutante Colossus (Stefan Kapicic) quien quiere reclutarlo para combatir al mal junto al resto de los X-Men. Pero Wade también reserva algunos insultos para la mutante adolescente Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand) y su actitud de millenial antisocial, por si creías que era muy selectivo en sus agresiones.

Un producto así vive y muere con el carisma de sus actores y con la franqueza de su guión, y ambos aspectos cumplen con holgura. Ryan Reynolds ES Deadpool, y resuelve un particular enigma que Hollywood tenía respecto a su persona, pues siempre le ha considerado demasiado “bonito” para ser un comediante legítimo, pero a la vez resulta ser inconvenientemente gracioso en roles de galán típico. Aquí da rienda suelta a su personalidad, reservando muchas de los mejores insultos para sí mismo y dándole una voz legítima al mercenario bocón, de quien siempre se ha manifestado como fan absoluto.

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¿Qué decir del guión de Rhett Reese y Paul Wernick? Se conforma con llevarnos con agilidad de un punto a otro, y cede terreno a la improvisación por parte de su cuadro actoral, una atinada decisión que resulta en una cinta repleta de gags verbales y visuales, referencias veladas a la industria fílmica y al mundo de los cómics, comentario social ácido y una ruptura drástica con la corrección política. Cero odas al patriotismo, la vocación por servir o la protección de los más débiles: Deadpool no deja títere con cabeza, a menudo literalmente.

DEADPOOL
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Si tuviéramos que resaltar algunas debilidades quizá tendrían que centrarse en los móviles de los villanos o en ciertos chistes que no resultan tan efectivos, pero sería caer en el juego que los mismos creadores de la obra plantean para el público. Esta película no tiene intención alguna de servir egos o de que la tomemos con seriedad, hecho que queda patente desde las secuencias de créditos (no te las pierdas, por favor). Hasta los momentos donde se nota que la producción no cuenta con los recursos de otras cintas de superhéroes son tratados con una agudeza brillante, y logran impactar a la audiencia con su hilaridad. ¿Y lo más curioso? La historia de amor entre Wade y Vanessa resulta más convincente y auténtica que muchas de las que pueblan el género.

Advertencia: no caigas en el error de pensar que ‘Deadpool’ es película apropiada para niños por el hecho de que salen un par de “X-Men”. El personaje central posee un vocabulario exageradamente extenso para referirse a las partes privadas, a las funciones fisiológicas y a las proclividades sexuales de todo ser que se cruza en su camino. Hay múltiples desnudos, decapitaciones, sangre, vómito y otros fluidos corporales diversos. Hay mentiras, traiciones e insinuaciones incómodas. Hay burlas dirigidas a discapacitados, a las minorías raciales y a reverenciadas figuras del entretenimiento. Pero no hay nada que tus pequeños deban aprender de la cinta. Déjalos descubrir, por sí solos y en su momento, la brillantez de Deadpool. Es el acto transgresor que les abrirá los ojos a un mundo donde no todos los superhéroes usan capa… y donde ni siquiera se les debe llamar “superhéroes”.

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