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Hay películas que ofenden por el hecho de tomar prestados múltiples aspectos de filmes exitosos para amalgamarlos en un producto que complazca a la audiencia. Bueno, sin ir más lejos, hay sagas que han recurrido a este recurso de imitarse a sí mismas (te estamos hablando a ti, ‘Star Wars’) en el afán de recuperar la confianza del público mediante la satisfacción de lo familiar, lo fácilmente digerible.

Sin embargo, cuando un filme logra tomar múltiples elementos brillantes que hemos visto con anterioridad y se los arregla para hacerlos funcionar con estilo, no podemos hacer otra cosa que aplaudir la audacia. Y este es el caso de ‘Atómica’ (‘Atomic Blonde’, d. David Leitch), un ejercicio estilístico que remite a múltiples obras previas pero que logra una vitalidad propia, en la que lo peor crítica que puede hacérsele es que, para ser una historia de espías, la labor “dura” de espionaje francamente pasa a un segundo o tercer plano.

La historia comienza en Berlín durante 1989, donde presenciamos la persecución y muerte de un agente de MI6, el servicio secreto británico. Antes de recibir un balazo menciona a un misterioso “Satchel” como el traidor que le vendió su identidad al agente enemigo de la KGB que, tras la ejecución, despoja al inglés de un reloj de pulsera que oculta un archivo con información acerca de las identidades secretas de docenas de operativos. Es lógico, pues, que los altos mandos de las potencias de occidente quieran recuperar este documento.

La siguiente escena nos emplaza en Londres, días después. Vemos a Lorraine Broughton (Charlize Theron) emerger de una bañera llena de agua con hielos, y apreciamos su espectacular y atlética figura llena de moretones y cicatrices recientes. Acto seguido comparece ante sus superiores en MI6, donde se somete a un minucioso interrogatorio acerca de la operación de contraespionaje comandada después de la desaparición del reloj con el archivo. Los rostros de sus interrogadores Gray (Toby Jones) y Kurzfeld (John Goodman) nos dan a entender que el resultado de la misión parece no haber sido óptimo.

Es así como la agente Broughton nos guía por una larga reminiscencia donde exploramos su aparente relación con el agente asesinado, y su colaboración en Berlín con otro operativo que lleva un largo rato moviéndose en el turbio ambiente de esa ciudad, David Percival (James McAvoy). El momento para llevar a cabo esta pesquisa no podría ser peor, pues el clima político y social se encuentra en un punto por demás volátil e inestable ante la inminencia de la caída del Muro de Berlín. El panorama para muchos de los protagonistas de esta historia se encuentra a punto de dar un giro radical, y nadie pretende quedar al descubierto cuando lo inevitable suceda. El posicionamiento que todos los espías inmiscuidos en este sórdido asunto procuran realizar es un complicado ajedrez donde no sólo hay dos bandos enfrentándose cara a cara, sino múltiples facciones gobernándose por reglas totalmente ambiguas.

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En el proceso de seguir los pasos del agente asesinado y descubrir la mejor forma de recuperar los archivos, Broughton tiene que lidiar con una KGB que la tenía fichada desde el momento mismo que puso pie en el avión rumbo a Alemania, con un doble agente apodado “Spyglass” (Eddie Marsan) dispuesto a cambiar de bando definitivamente, con la atención de una sensual agente francesa (Sofia Boutella) que amenaza con convertirse en interés amoroso de la protagonista y con la aparente crisis de confiabilidad que inspira Percival como su contacto local. Y, recordemos, el reloj está corriendo.

La trama de agentes secretos que sirve como base para ‘Atómica’ proviene de una novela gráfica, así que eso puede explicar que el sesgo narrativo vaya más sobre las partes visualmente impactantes de la historia y no por el trabajo minucioso de un operativo encubierto. La película no está para servir a los gustos de los fans de las novelas de John LeCarré o Frederick Forsyth, vamos, sino más bien obedece a quienes disfrutan de la saga de ‘Jason Bourne’ o la reciente de ‘John Wick’. Por cierto, el director Leitch también fue co-realizador de esta última, así que el enfoque no es ninguna coincidencia.

Ante esta advertencia podrías preocuparte al pensar que este filme simplemente se concreta a imitar a otras franquicias, ¿cierto? No te culpamos, pero la verdad es que la película se sostiene sin ningún problema por mérito propio. Todo parte de la magistral interpretación de Theron, quien se establece sin lugar a dudas como la más grande estrella femenina de acción tras robar cámara en ‘Mad Max: Fury Road’ y ahora partiendo almas en espectaculares coreografías de pelea. Cuando la acción se detiene, la calidad histriónica de la sudafricana brota de forma espontánea y nos mantiene con el interés anclado en la pantalla. Este balance merece destacarse.

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En segundo término hay que acreditar al director con una ambientación de primer orden. La riqueza visual del filme se complementa con una banda sonora llena de éxitos ochenteros claramente influenciados por el ambiente de la guerra fría. Los decadentes bares berlineses, la andrógina juventud en rebelión frente al derrumbe del comunismo, la moda de época caminando una tenue línea entre dos décadas, todo encaja con elegancia y provee el marco ideal para que Charlize luzca espectacular, lo mismo bebiendo un vodka en las rocas bajo las luces de neón que peleando a mano limpia con dos oponentes que le superan en tamaño y fuerza, más no en recursos de ingenio.

Ojo: ‘Atómica’ no es perfecta, y está claro que el guión pudo ser un poco más eficiente a la hora de comunicar lo que estaba en juego para sus protagonistas. Pero por otro lado a la película le sobra estilo y manufactura. Todos los que la vean comentarán hasta el cansancio una escena donde la heroína y el operativo ‘Spyglass’ intentan burlar a sus captores durante una manifestación, en la que las cosas se complican y nos vemos de pronto inmersos en una cruenta batalla de supervivencia filmada con una calidad legendaria, a la altura de secuencias ininterrumpidas en filmes tan icónicos como ‘Old Boy’ o ‘Children of Men’. Esto es sólo la pieza central de una obra que debe quitarle el sueño a los responsables de la próxima película de James Bond, pues queda claro que el legendario 007 tiene clara competencia en el terreno femenino.

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