La Central de Abastos

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Las puertas del vagón se abren y Agustina sale corriendo como si se le fuera la vida en ello.

Pero Agustina no va sola, lleva de la mano y casi arrastrando a su hijo Felipe, quien apenas si abre los ojos por la tremenda levantada en plena madrugada.

-“¡Felipe, despierta, chamaco! Camina rápido que ya mero sale el cedabus”, le grita Agustina a su hijo para que apresure el paso.

Felipe, tallándose los ojos, le contesta:

-“Ay, mamá, pero si todavía ni son las 6 de la mañana. Bájale.”

-“Por eso mismo, Felipe. El cedabus sale en punto de las 6 y no se nos vaya a ir”, le contesta Agustina.

Y no se equivoca. Una vez que salen del metro Apatlaco, el famoso cedabus que va directo a la Central de Abastos de la Ciudad de México anuncia su próxima salida.

Agustina y Felipe abordan el camión, ocupando los últimos centímetros libres del transporte que va llenísimo ya.

Como Felipe, varias personas van cargando costales y bolsas de lona, en donde guardarán sus compras. Y como Felipe, la mayoría tiene una cara de sueño y bostezan constantemente.

-“No entiendo para qué venimos tan temprano”, le dice molesto Felipe a su mamá.

Agustina lo mira enojada y le responde:

-“¡¿Cuál temprano?! Si ya vamos tarde. Allá empieza todo a las 3 de la mañana. Si no llegamos a esta hora, nos ganan lo mejor.”

Agustina tiene razón. Para ella, que tiene una fonda en la Colonia Santa María, comprar la mercancía en la Central de Abastos le permite sacar una buena ganancia.

Desde hace un par de años, cada tercer día, Agustina realiza este mismo trayecto en compañía de alguno de sus hijos. Felipe acaba de cumplir 17 años y como está de vacaciones de la escuela, hoy le tocó ir por primera vez con su mamá.

El cedabus llega a su destino y bajan rápidamente todos los pasajeros. Felipe se detiene un momento frente a una escultura que llama su atención.

Agustina, desesperada por alcanzar la verdura más fresca, le grita:

-“¡¿Qué tanto le miras a esa cosa?!”

Felipe abre los ojos impresionado y contesta a su mamá:

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-“¿Ya viste, má’? Es un gallote cargando frutas y verduras.”

-“¿Y eso qué?”, contesta Agustina.

Felipe mira a su mamá y le dice divertido:

-“Pues que a esta hora, nomás a los gallos se les ocurre venir al mercado.”

Agustina le da un coscorrón a Felipe y lo toma de la mano para llevarlo a paso veloz a la zona de frutas y legumbres.

En este periodismo de vida, te cuento una de las miles de anécdotas que se viven cada madrugada en la Central de Abastos de la Ciudad de México.

Miles de hombres y mujeres que hacen hasta lo imposible por llegar lo más temprano que pueden y alcanzar las frutas y verduras más frescas, la mejor carne, el pollo más grande y hasta los dulces más baratos.

La historia de la Central de Abastos inicia con el Mercado de La Merced. Una vez que éste se vuelve insuficiente para la cantidad de compradores, se inicia la construcción de un lugar más grande que alcanzaría las 327 hectáreas.

Este proyecto queda en manos del arquitecto Abraham Zabludovsky y es inaugurado el 22 de noviembre del año 1982.

La Central de Abastos se divide en 8 sectores…

Los abarrotes y víveres se encuentran en 4 naves, que están integradas por 384 bodegas y 330 locales comerciales, donde encuentras chiles secos, granos, leguminosas, dulces y productos avícolas.

Después están 8 naves donde se venden frutas y legumbres, con mil 934 bodegas y mil 222 locales. Aquí también se encuentran las carnicerías, pollerías, cremerías y verdulerías.

De la nave K-L a la W-X se compra por caja, por tonelada, por cosecha pactada o por contenedor.

Y en la zona de flores y hortalizas hay más de 700 locales. Además de las 111 bodegas de aves y cárnicos.

En la llamada área de subasta se compran los productos según la oferta y la demanda, a partir de las 3 de la mañana. ¿Qué quiere decir esto? Que si hay desabasto, sube el precio, pero si hay sobreproducción, baja.

Por eso es que desde las 10 de la noche se abren las puertas de la Central de Abastos para que un número impresionante de camiones y tráilers se estacionen en la zona de subasta y productores.

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Un par de horas más tarde, la mercancía se distribuye por los pasillos de mayoreo y termina en la zona reservada para los pequeños comerciantes y amas de casa.

Lo asombroso de la Central de Abastos es que te pares en el local donde te pares, siempre vas a encontrar productos frescos y a costos muy económicos porque no hay intermediarios.

Además, los vendedores han acordado que los costos deben ser parejos para evitar la competencia desleal. Por eso, una caja de naranjas cuesta lo mismo en todos los locales.

A diario, la Central de Abastos recibe aproximadamente a 500 mil personas. Número que se incremente en ciertas fechas especiales, como Navidad, Día de Muertos, 14 de febrero, etc.

Estamos hablando de un centro de abastecimiento donde trabajan 90 mil personas y se tiene un registro de 10 mil carretilleros.

Se puede llegar en auto o tomar el cedabus, como Agustina, que da servicio todos los días del año y sale de las estaciones del metro Apatlaco y Aculco.

Los pagos pueden ser con tarjeta, pero también hay sucursales bancarias en los pasillos de la Central para realizar retiros en efectivo.

Es un lugar muy seguro porque hay cámaras de vigilancia en los pasillos, policías de la Secretaría de Seguridad Pública en torres de vigilancia y cuenta con su propio cuerpo de bomberos y helipuerto.

Entrar a la Central de Abastos es como vivir un sueño completamente mexicano. Esta magia que sólo nuestros mercados tienen, con sus colores, sus olores, sus gritos de los vendedores, los diablitos corriendo de un lado para otro, las señoras con sus bolsas, los señores cargando cajas y costales.

En este periodismo de vida, invito a todos los que me escuchan y alguna vez han ido a la Central de Abastos, a que me cuenten su experiencia. ¿Cómo fue tu visita? ¿O cómo son tus visitas, si es que compras regularmente en la Central de Abastos?

Escríbeme a las redes sociales de QTF y comparte con nosotros tus anécdotas.

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