Antes y después del huracán

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Verano del 2014…

Faltaba un día para celebrar otro aniversario más de la Independencia de nuestro país…

Semana y media atrás, los medios mencionaron que aquel fenómeno se trataba de una zona de baja presión en el Pacífico Mexicano.

Para el 13 de septiembre, se transformó en un huracán categoría 1. Aunque no se percibía su magnitud y alcance.

La noche del 14, los noticiarios anunciaron la suspensión del “Grito de Independencia” en el estado, según las recomendaciones de Protección Civil.

Esa madrugada, el huracán Odile tocó tierra en Los Cabos, como categoría 3, con vientos de hasta 250 kilómetros por hora.

Lo que siguió fue digno de una película del fin del mundo:

Ráfagas de viento con tal fuerza que incluso los automóviles en las calles eran arrastrados…, inundaciones de varios metros de altura…, postes de electricidad derrumbados…, animales muertos flotando en las calles…, las líneas telefónicas destrozadas y el cableado eléctrico destruido…, fugas de gas…, techos de lámina volando por los aires…

Para la mañana del 15 de septiembre, los habitantes de la península de Baja California comprobaron que la fuerza de la naturaleza puede ser implacable.

El huracán Odile dejó por varias semanas a los sudcalifornianos sin agua potable, internet, luz y los servicios básicos…

Filas inmensas de personas esperaban comprar garrafones de agua a precios exorbitantes…

Los alimentos en las tiendas se agotaban en minutos y no faltaron los aprovechados que se llevaron televisiones, refrigeradores y bebidas alcohólicas de las grandes cadenas de supermercados.

Brigadas de vecinos en Cabo San Lucas y San José del Cabo se organizaron para protegerse de los grupos delictivos que se valían del caos y la falta de vigilancia policial para robar las casas.

Odile generó reclamos a las aseguradoras de alrededor de 16 mil millones de dólares.

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La Comisión Federal de Electricidad contabilizó 2 mil 894 postes de luz y 534 torres de transmisión con pérdidas totales.

En ese momento, el huracán Odile fue considerado la cuarta catástrofe más cara del mundo.

El gobierno federal puso en marcha un programa de recuperación que permitió que Baja California se levantara de uno de los siniestros naturales más impactantes de la historia en México.

Sabemos que no podemos impedir la llegada de huracanes.

Incluso estamos en plena temporada de estos fenómenos naturales, que se registran entre junio y noviembre cada año.

Y no estamos hablando de un asunto que sólo importe a Baja California, Yucatán o Quintana Roo… Los que viven en el Norte y los que vivimos en el Centro padecemos las consecuencias de los huracanes, con lluvias torrenciales, ráfagas de viento que arrancan árboles y postes del cableado eléctrico… y una infinidad de efectos que también se resienten en todo el país.

Por eso, en este periodismo de vida te queremos hablar de lo que debemos hacer antes y durante un huracán. De lo que tú, que estás en las costas mexicanas, debes tomar en cuenta en esta época para protegerte y proteger a tu familia.

Lo primero es tener un kit de emergencia para por lo menos tres días, que incluya alimentos enlatados, una linterna, una radio portátil, baterías extra, un botiquín de primeros auxilios, documentos de identidad, ropa, dinero en efectivo y un litro de agua potable para cada día por cada persona, sin olvidar también el alimento y agua para las mascotas.

No olvidemos cargar el celular y si es posible tener una batería externa.

En la casa no debemos tener cuadros y adornos en las paredes, tampoco persianas o cortinas, todo lo que pueda volar como un proyectil con las ráfagas de viento.

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Los documentos importantes, tanto de trabajo como personales, hay que guardarlos en un lugar a prueba de agua.

Llenar el tanque de gasolina del auto y verificar que se encuentre en óptimas condiciones.

Durante el huracán es indispensable mantenernos informados por la radio, televisión o redes sociales. No hacer caso de rumores, y sólo creer en los medios informativos confiables.

A menos que las autoridades indiquen que nos desplacemos a un refugio, quedarnos dentro de la casa y resguardarnos lejos de ventanas y cristales. Lo ideal es meternos en un clóset o en habitaciones sin ventanas.

Y cuidado cuando todo parece estar en calma, porque puede ser el ojo de la tormenta y los vientos van a regresar en cualquier momento.

Tenemos que cerrar llaves de paso del agua y gas.

Desconectar los aparatos eléctricos.

Pero sobre todo, conservar la calma para pensar bien qué hacer y no cometer imprudencias por el miedo y ponernos en mayor riesgo.

Una vez que haya pasado el huracán, debemos seguir las instrucciones de las autoridades y reportar daños o heridos.

Si nuestra casa no sufrió daños importantes, permanecer en ella. De lo contrario, acudir a un albergue.

No beber agua de las tuberías. Sólo hay que tomar agua embotellada o hervida.

Si necesitamos utilizar el teléfono, hacerlo sólo para emergencias o podemos saturar las líneas.

Y nada nos cuesta colaborar en las labores de limpieza de nuestra comunidad para desalojar el agua estancada.

Recuerda que juntos hacemos más… que somos una comunidad donde lo que te afecta a ti, me afecta a mí, pero donde lo que te ayuda a ti, me ayuda a mí también.

Siempre, la prevención será la clave para evitar grandes desastres y graves consecuencias.

Estemos preparados, informados y unidos. Tengamos espíritu de comunidad y verán cómo entre todos logramos salvar vidas y recuperarnos más pronto de estos fenómenos naturales.

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