La cataclísmica erupción de Tambora

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Esta semana se conmemoran 202 años de la erupción más grande de la que ha sido testigo el ser humano en la era moderna. Fue tan potente que modificó el clima y causó miles de muertes indirectas en zonas muy alejadas del centro eruptivo y es considerada como la actividad volcánica más importante de los últimos 10,000 años.

Situado en la Isla Sumbawa, Indonesia, originalmente el volcán Tambora tenía una altitud de 4,300 m s.n.m. pero las descomunales explosiones, que fueron escuchadas a miles de kilómetros de distancia del volcán, terminaron reduciendo su altura a sólo 2,851 m s.n.m., dejando una gran caldera. La erupción tuvo un Índice de Explosividad Volcánica de 7, donde la caldera de Yellowstone, en EE.UU., y Toba, en Indonesia, produjeron las casi apocalípticas erupciones de escala 8 del Índice de Explosividad Volcánica.

Imagen: Hoy en día pueden verse fumarolas dentro de la gran caldera volcánica de Tambora.

La violencia de la erupción, durante su fase más intensa del 10 y 11 de abril, se escuchó a 2,500 km de distancia lanzando a la atmósfera más de 160 km3 de tefra (material volcánico como bombas de lava, lapilli y ceniza) lo cual es el mayor volumen conocido de material volcánico expulsado en tiempos modernos. La columna eruptiva alcanzó fácilmente los 40 km de altura cubriendo una extensión de 2,500,000 km2 convirtiendo el día en noche en 600 Km a la redonda.

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Algunos relatos señalan que el 5 de abril (1815) se produjo una erupción moderada seguida de sonidos atronadores que pudieron escucharse a más de 1,000 kilómetros. El 6 de abril, empezó a caer ceniza volcánica sobre el este de Java acompañada de débiles sonidos de detonaciones que se mantuvieron hasta cuatro días después. A las 7 de la tarde del 10 de abril, las erupciones se intensificaron y fueron vistas inmensas columnas de fuego, horas más tarde comenzó a llover pómez de hasta 20 centímetros de diámetro y las ciudades cercanas fueron enterradas bajo varios metros de ceniza.

Imagen: comparativo de las dimensiones de las erupciones del Pinatubo (1991), Tambora (1815) y Toba (hace más de 74,000 años), esta última casi provocó la extinción del ser humano.

Las consecuencias a escala local, fueron de total devastación, dejando más de 12,000 personas fallecidas directamente en las ciudades más cercanas por las oleadas piroclásticas. A escala global, las partículas de ceniza y compuestos de azufre suspendidos durante meses en la atmósfera, enfriaron el planeta provocando un invierno volcánico en 1816, año que fue conocido en Europa como el “año sin verano”. Finalmente, la pérdida de cultivos y ganado dejaron más de 50,000 personas muertas por estos efectos indirectos.

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¿Qué pasaría si en esta época ocurriera una gran erupción como la de Tambora?

Sin importar dónde se encuentre el volcán, conociendo los alcances y efectos de erupciones históricas, sería catastrófico para toda la humanidad: se generaría también un invierno volcánico diezmando cosechas acarreando gran mortandad; se sumaría la gran población mundial que ahora existe y las afectaciones a las tecnologías (redes de electricidad y comunicación) que serían interrumpidas por la densidad de la ceniza en la atmósfera. Hoy en día no existe evidencia de algún volcán en el mundo que pueda tener este tipo de actividad en un corto o mediano plazo pero aplica en volcanes una premisa básica de los sismos: si ha temblado en el pasado temblará en el futuro, aunque sea un futuro muy lejano.

 

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