¿Cómo funciona la psicoterapia en los niños?

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Yo no soy especialista en psicoterapia de niños por lo que le pedí a la psicoterapeuta Beatriz Carrión ([email protected]) que nos escribiera algo acerca de la psicoterapia para niños.  Leamos pues:

La falta de disciplina, el comportamiento agresivo y sobre todo las malas calificaciones, son las razones más comunes por las que las escuelas de varios de mis pacientes solicitan a los papás que el o la niña acuda a psicoterapia. Aunado a esto, los padres siempre notan algún comportamiento adicional que les causa incertidumbre.  Pero, ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Qué está sucediendo realmente?

Recuerdo a Ana el día que llega a mi consultorio. Tenía 8 años e iba en segundo de primaria. Sus papás, preocupados, me dicen que, en conjunto con la escuela, han observado una baja importante de calificaciones en el último año, y una actitud desafiante e irrespetuosa hacia ellos, sus compañeros y maestros.  También me comentan que notan en Ana mucha desesperación cuando las cosas no funcionan a su modo y en general una inmensa falta de tolerancia a la frustración. Sin embargo, a pesar de varias conversaciones con ella, no logran modificar su comportamiento.

Durante los primeros seis meses de tratamiento, Ana comenzó a adentrarse en sí misma y a trabajar sobre todo dos temas en particular que parecían estar irrumpiendo su equilibrio interno. En primer lugar, la reciente muerte de una tía materna, y el proceso de duelo que esto conlleva, dándole un lugar a la tristeza y la confusión, acomodando este episodio en el gran rompecabezas de su vida. En segundo lugar, trabajamos el proceso de adaptación que implica la llegada de un nuevo hermanito, de ahora un año de edad.  Ana se sintió desplazada en un principio, por ahora tener que compartir el amor de sus padres con alguien más, un proceso necesario y complicado en todos los hermanos mayores. Sin embargo, poco a poco fue encontrando su lugar como hermana mayor en esta nueva estructura familiar.

La actitud de Ana y las malas notas, se fueron modificando favorablemente, ya que no eran más que síntomas derivados de diversos procesos adaptativos hacia algunas modificaciones recientes en el sistema familiar, influyendo directamente en su esfera emocional y psíquica. Al no poder acomodar lo que sentía con éstas últimas experiencias, Ana hace un intento de controlar en el mundo externo aquello que no podía controlar en sí misma y al no tener éxito, mostraba un enojo exacerbado, causando en ella una frustración inminente.

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Las bajas calificaciones frecuentemente se observan como una razón de mayor importancia que las otras para consultar con un profesional. Sin embargo es importante recalcar que aquellas señales detectadas por los padres antes de observar una baja académica, tienen igual o incluso mayor importancia, ya que esto denota que la problemática del niño aún no ha llegado a desplegarse hacia la esfera del aprendizaje, es decir, hacia una detención en su proceso cognitivo.  Por lo anterior, los resultados del tratamiento psicoterapéutico se observan con mayor rapidez.

A medida que fue avanzando el proceso terapéutico, Ana pudo integrar y elaborar mentalmente sus emociones y angustia, convirtiéndoles en herramientas para luchar contra aquella tormenta interna y encontrar la calma.

En el proceso terapéutico de Ana, como con todos los niños que llegan a mi consultorio para valoración y tratamiento, recurrí al juego como estrategia fundamental. La interpretación del juego favorece la expresión libre de contenidos emocionales inconscientes que se encuentran detenidos. De esta forma, el o la psicoterapeuta puede observar detalladamente la problemática proyectada por el niño y así analizarla y tratarla con su mismo lenguaje.

Por medio del juego el niño crea, transforma y despliega su fantasía, otorgando un espacio para proyectar sus miedos, angustia, agresión, dudas, fortalezas y desarrollo o falta de este, de acuerdo a su edad. Con ello comienza un proceso de avance integral en el infante. Sin embargo, si estos aspectos no se detectan a tiempo, pueden llegar a desarrollarse síntomas mucho más complejos en un futuro como son la falta de control de esfínteres, los trastornos psicosomáticos, el tartamudeo, las fobias, los trastornos de alimentación, entre muchos otros.

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Además de ser trabajada en el juego, la problemática del niño también es proyectada en la persona del terapeuta. Al no estar sus papás, el terapeuta se convierte en el receptor de todos esos comportamientos tan difíciles de manejar en casa, así como de muchos otros sentimientos y pensamientos del niño. Parte primordial de la tarea del terapeuta es responder de manera distinta, confrontando este comportamiento y traduciéndolo hacia la esfera emocional. Así el niño es capaz de entenderlo y poco a poco se genera un cambio. Esto forma parte de un fenómeno muy complejo del trabajo clínico que Sigmund Freud llamó “Transferencia” en 1905.

La mente de un niño se desarrolla con una infinidad de matices y claroscuros, sin embargo, si se detiene algún aspecto en el camino, los síntomas observados en un primer momento, pueden resultar desconcertantes. En el polo opuesto de los síntomas aquí expuestos, se encuentran algunos como la falta de socialización y la introversión excesiva que también pueden denotar un conflicto interno.

En esta época en la que todo sucede tan rápido, en la que se le pide a los niños que, además de obtener buenas notas en la escuela, vayan a clases de francés, de futbol, de ballet, de música, y que tengan un desempeño extraordinario en cada una de éstas actividades, su mundo interno y emocional en ocasiones se deja a un lado.  Sin embargo así como cuidamos de la salud física de un niño es imperativo prestar atención a su salud psíquica y emocional. Por lo mismo quisiera destacar la importancia de todos aquellos papás y maestros que tienen la sensibilidad de detectar cuando su hijo o alumno necesita un espacio de apoyo terapéutico ya que aceptar que hay un problema es siempre el primer paso para solucionarlo.

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