La princesa, las brujas y la histeria

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La princesa Masako Owada, Licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad de Harvard; licenciada en Derecho por la Universidad de Tokio, con un Posgrado en Relaciones Internacionales en Oxford, hija del ex viceministro Hisashi Owada, se casa el 9 de junio de 1993 con Naruhitio, ataviada con un traje nupcial de más de quince kilos de peso, nada comparado con el peso de una monarquía de más de 1400 años de antigüedad.

Así se convirtió la princesa nipona en prisionera del trono del Crisantemo, reclusa de un intercambio dado entre su padre, su suegro y su yerno, del que ella no podía escapar sino mediante dos vías: la muerte o el estado vegetativo. Masako elige la segunda y se hunde en la depresión. La princesa triste ha sido despojada de su cuerpo, y como “protesta femenina” ella, a su vez, renuncia a este.

¿QUÉ ES LA HISTERICA? ¿ENFERMA O BRUJA?

¿Qué es la histeria? ¿Por qué cada vez que una mujer se enoja dicen que se pone “histérica”? Para los antiguos griegos, sobretodo Hipócrates, la histeria era una enfermedad física de origen uterino (útero –histerum) y, por lo tanto, específicamente femenina, idea retomada por Platón en su Timeo quien alegaba que las mujeres llevaban en su seno “un animal sin alma” (“algo” habita el cuerpo de la histérica”), animalidad que designa el destino de la mujer hasta la Edad Media, pues es en esta época que se pierde el enofoque médico y se adopta una visión moral y religiosa bajo las doctrinas de San Agustín. A partir de la Edad Media, esta animalidad femenina era la expresión de la convulsión uterina y del goce sexual, y por lo tanto del pecado, intervención directa del demonio que poseía al cuerpo femenino.

Así, de pronto, la histérica se convirtió en bruja, y su cuerpo enajenado fue disputado entre los teólogos y los médicos. Con la publicación del Malleus Maleficarum en 1487 muchas histéricas fueron condenadas a la hoguera como brujas o poseídas. Este, “El martillo de las brujas”, era el tratado más importante publicado en el contexto de la persecución de las brujas, que tuvo autores relevantes durante la Inquisición. En el siglo XVI el investigador  Jean Wier restauró la posición de la medicina al considerar a las mujeres convulsivas de todo tipo como enfermas mentales y no como brujas.

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Sin embargo, es hasta dos siglos después que Franz Antón Mesmer logra que se de definitivamente el pasaje de una concepción demoníaca de la histeria a una concepción científica. Cierto que Mesmer defendía la falsa teoría del “fluido universal” que debía ser equilibrado en el cuerpo de la mujer a través de “magnetizaciones” o, como lo consideraríamos hoy en día, sugestiones hipnóticas. La histeria se aleja cabalmente de la religión cuando Mesmer le gana la partida al exorcista Josef Gassner en 1775 demostrando que el exorcismo no era más que un tipo de “magnetismo”.

Al poco tiempo, el mesmerismo cayó en total desprestigio y no fue hasta un siglo después que, sobre sus ruinas, se desarrolló la hipnosis (por James Braid en 1843), y es el gran Charcot, neurólogo francés, quien rescata dicha técnica de sugestión y la vincula con la investigación de la histeria. Así, se comienza a pensar en la histeria como un trastorno funcional del sistema nervioso que no podía ser localizable anatómicamente, de origen traumático, y que se presentaba también en hombres.

Quizás no es sino con Joseph Breuer, y el “talking cure” (cura por el habla) de su paciente Anna O. o con Cäcilie M, Emma von N, Katharina y Elisabeth von R. como pacientes y maestras de Sigmund Freud, como creadoras del psicoanálisis, que la histérica toma la palabra y puede comenzar a figurarse un cuerpo. Cada una de las pacientes de la magistral obra Estudios sobre la Histeria del Dr. Freud presentó una problemática cuya resolución implicó un cambio paradigmático, permitiendo no sólo el giro que se da desde la hipnosis a la asociación libre en la técnica psicoanalítica, sino modificando la teoría freudiana, pues a partir de estas mujeres Freud descreerá del trauma real y colocará lo traumático del lado del mundo sexual fantaseado del paciente, a partir de los avatares de su deseo.

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PERO ¿CÓMO ES LA HISTERIA MODERNA? ¿CÓMO SE PRESENTA?

Sigue presentándose como una figura seductora cuyo cuerpo sexuado paradójicamente sufre por encontrarse genitalmente anestesiado. Aquejada por inmensas inhibiciones sexuales, la histérica, o el histérico, seducen y erotizan para defenderse de su  sexualidad, para permanecer en la insatisfacción y en la tristeza. Así podrán presentar eyaculación precoz, impotencia, frigidez y dispareunia (dolor durante el coito). Todos síntomas de un cuerpo que no puede sentir el placer sexual, sino sólo actuarlo como goce, demorando por siempre la entrega.

La anorexia, la fatiga crónica, algunos casos de infertilidad, y los nuevos trastornos donde el dolor se generaliza a todo el cuerpo, a las articulaciones, a la piel, pueden ser las caras nuevas de la histeria, que absorben lo imaginario y a la vez se rebelan contra la posición femenina en el mundo. La histeria se caracterizará por la dramatización corporal, pues el conflicto inconsciente es simbolizado a través del cuerpo. Un cuerpo despojado.

A muchos les chocará que lo diga pero los médicos hacen su agosto con las nuevas presentaciones del cuerpo aquejado por el dolor mental, y por ello se presentan estas “nuevas” y sobre diagnosticadas enfermedades como la disautonomía, la fibromialgia, los desmayos por hipoglucemia, etc. las cuales generan frecuentes y costosas visitas médicas. Por eso los doctores no nos quieres a los psicoanalistas, les quitamos la clientela al explorar el problema de fondo, pero bueno…

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