¿Cómo lograr una educación sexual efectiva?

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Como siempre, el sexo es todo un tema, y por desgracia un tema mal tratado. Por un lado hay un “todo se vale” con respecto al sexo que a veces nada más confunde, sobre todo a los niños y a los adolescentes, más aún por la cantidad de información que se encuentra en internet. Y, por otro lado, hay mucha moralina para hablar de sexo con la seriedad que a veces se requiere para lograr un desarrollo sano, tanto de uno, como de los hijos.

Le pedí a mi amiga, colega especialista y psicoanalista Luz Ma. Peniche Soto que nos escribiera algo sobre uno de los cursos que estamos impartiendo para que entendamos la importancia de un sano manejo de la sexualidad con los hijos, y que nos contara cómo el tema de la educación sexual es importante y manejado desde los inicios del psicoanálisis por su fundador, Sigmund Freud, hace más de un siglo.

Los dejo con sus palabras:

“Mi consulta en su mayoría está formada por niños y adolescentes, la más de las veces al entrevistar a los padres, me encuentro con la no muy grata sorpresa de que la educación sexual en casa es casi nula. La generalidad de los padres relegan esta importante tarea a las escuelas. Muchas escuelas tiene programas de Educación Sexual muy buenos y efectivos, pero varias escuelas no cuentan con programas de este tipo fuera de la pobre información que la SEP pone en sus libros de texto.

Todavía recuerdo a Susana, la madre de una paciente adolescente de 16 años, cuando le sugerí que sería conveniente hablar de sexualidad con su hija, ella me respondió que no estaba de acuerdo, que hablarles a los jóvenes de sexualidad era como darles permiso a que actuaran libremente sus impulsos y que muchas veces era darles ideas que probablemente aún no tenían. Yo estuve explicándole que diversos estudios habían demostrado que era al contrario y que mientras más informados estaba los adolescentes, menos probabilidades había de que se involucraran en conductas de riesgo. Susana me siguió explicando sus puntos de vista y miles de argumentos por los que la educación sexual no servía, para finalmente cerrar con broche de oro y decirme que aunque se les explicara mil cosas y se les dieran diversos cursos de educación sexual finalmente lo que sucedía se reducía a esta fórmula “Hormona mata neurona” y que lo que yo sugería no tenía ningún sentido. Ante esto no había nada que hacer.

Afortunadamente no todos los padres de mis pacientes comparten el punto de vista de Susana. La mayoría creen que dar una buena educación sexual en casa es deseable y necesario, pero el problema que tienen es que no saben qué decirles, cómo decirlo y a qué edad. Para responder a estas preguntas que desarrollé un manual a partir de consultar todas las investigaciones recientes en torno a la educación sexual y cursos que doy de forma individual o grupal con el tema de Educación Sexual Efectiva.

Inicio citando al psicoanalista Sigmund Freud (1907) en “La ilustración sexual del niño” donde intenta contestar a las preguntas con respecto a sí se debería o no dar educación sexual a los niños. ¡Imagínense! Estoy hablando de 1907, parece que el tiempo no ha pasado.

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“¿Qué se intenta alcanzar negando a los niños tales explicaciones sobre la vida sexual humana? ¿Se teme quizá despertar prematuramente sus intereses por éstas cuestiones antes que nazca espontáneamente en ellos? ¿Se espera que con semejante ocultación encadenar el instinto sexual hasta la época en que sea posible dirigirlo por los caminos que el orden social considera lícitos? ¿Se supone acaso que los niños no mostrarán interés alguno hacia los hechos y los enigmas de la vida sexual si no se atrae su atención sobre ellos? ¿Se cree quizá que el conocimiento que se les niega no habrá de serles aportado por otros caminos? ¿O es que se persigue realmente y con toda seriedad el propósito de que más tarde juzguen todo lo sexual como algo bajo y despreciable, de lo cual procuraron mantenerlos alejados el mayor tiempo posible sus padres y maestros?” (Freud, 1907, p. 1244)

Según Freud lo que impulsa a los adultos a esta conducta de “disimulo” con los niños es mojigatería, culpa e ignorancia. Creen que los niños carecen de impulso sexual y esto es un error, ya que son muy pocos los niños que llegan a la pubertad sin haber pasado por actividades y sensaciones sexuales. Desde la más temprana infancia resultan inevitables ciertos estímulos de los genitales.

El niño aparece perfectamente capacitado para la vida erótica (con excepción de la reproducción) mucho antes de la pubertad, y puede afirmarse que al ocultarle sistemáticamente lo sexual, sólo se consigue privarle de dominar intelectualmente aquellas funciones para las cuales posee ya una preparación psíquica y una disposición física.
Freud propone que el interés intelectual del niño por los enigmas de la vida sexual y su curiosidad sexual, se manifiestan en épocas tempranas. La primera interrogante que surge es la diferencia de los sexos y posteriormente el origen de los niños ¿cómo nacen? Si la respuesta de los padres es un mito o una fábula, hieren el instinto de investigación del niño, quien defraudado por primera vez, pierde la confianza en sus padres. A partir de esto desconfían de los adultos y les ocultan sus pensamientos más íntimos.

Asimismo, postula que gran parte de las neurosis se derivan de interrogaciones inconscientes no contestadas.

También comenta “No creo que exista razón alguna aceptable para negar a los niños la explicación demandada por su ansia de saber” (Freud, 1907, pp. 1247)

Menciona que la mejor manera de impedir que un niño llegue a pensar por su cuenta es el engaño en el terreno sexual y la intimidación en el terreno religioso.

Cuando a los niños se les niegan las explicaciones que demandan, prosiguen atormentándose en secreto con tales problemas y construyen tentativas de solución, en las cuales la verdad sospechada aparece mezclada con grotescos errores, o se comunican unos a otros sigilosamente sus descubrimientos, en los cuales el sentimiento de culpa imprime a la vida sexual el sello de repugnante y prohibido.

La práctica general de ocultar al niño el mayor tiempo posible todo conocimiento sexual para otorgarles una media explicación tardía resulta inadecuada. Es necesario que lo sexual sea tratado desde un principio en la misma forma que cualquier otro tema digno de conocer. (Freud, 1907)

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La falta de comunicación entre la pareja y entre los padres e hijos, en materia de sexualidad hacen que perdure el tabú de lo sexual; por tanto la mente y la conducta de las personas deforma de tal manera que impiden una vida sexual sana. El tabú de lo sexual impide con frecuencia que entre los miembros de las familias mexicanas exista un diálogo abierto y franco sobre materia sexual. Así en materia de sexualidad habrá incomunicación, falta de información y escasa o nula educación sexual; por tanto se movilizan conductas clandestinas, complicidades, prejuicios y sobreentendidos que desajustan y obstaculizan una vida sexual equilibrada.

Asimismo es importante tener muy claras las propias actitudes y valores hacia diversos temas en torno a la sexualidad, recordando siempre que no hay formas de pensar correctas o incorrectas, simplemente hay diversas formas de aproximarse al mundo y a la sexualidad. Nosotros transmitiremos a nuestros hijos lo que nosotros pensamos, creemos y actuamos; pero esto no necesariamente implica que ellos piensen, vivan y actúen cuando sean adultos de la misma manera que nosotros, y parte de la salud mental es asumir esto.

Para poder desarrollar un buen nivel de comunicación con los hijos, primero como padres debemos tener claras nuestras ideas, actitudes y valores en torno a la sexualidad y tratar en la medida de lo posible de deshacernos de mitos, tabúes y falsos pudores que lo único que hacen es limitar nuestra vivencia de la sexualidad.

El ser humano es un ser sexual; en todas las actividades, de alguna u otra manera se proyecta la sexualidad, negarlo o considerarlo pecaminoso, solamente trae como consecuencia un detrimento en el desarrollo del ser humano.

La expresión sana de la sexualidad así como de los demás aspectos del ser humano es una necesidad, por tanto no poner atención en la formación de alguno de estos aspectos conduce al pobre desarrollo del individuo.

La sexualidad es una parte inherente del ser humano, tan es así que empieza y acaba con nuestra existencia misma, ya que somos seres sexuales desde el momento de la concepción.

No sólo los niños son seres sexuales, también los padres lo son, y por ello es importante que tengamos una actitud de aceptación y tolerancia hacia nuestra propia sexualidad.

¿Cómo saber cuando un niño está preparado para recibir determinada información?

  • Cuando el niño lo pregunte
  • Cuando en casa se está viviendo alguna situación relacionada a la sexualidad
  • Cuando en la vida cotidiana se presente naturalmente el tema de la sexualidad.
  • Cuando el niño está por comenzar una etapa, o requiera la información aunque no lo pregunte.

No se trata solamente de darles información y prevenirles de lo que puede pasarles, sino más bien que sepan que tienen con quien contar cuando tengan dudas; y a quién recurrir en caso de que surja algún problema o decisión.

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