¿Te roba tu pareja?

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Usar la tarjeta de crédito o débito sin consultar, no compartir los gastos en los servicios domésticos y tomar dinero del otro son conductas que con tu paraja pueden representar un tipo de maltrato emocional. Así como lo escuchas…

Aunque no lo creas, esto existe y se llama “abuso financiero”. Abuso al que algunas personas someten a sus parejas de forma sutil. Los pequeños indicios, como apropiarse del dinero del otro, inmiscuirse en los estados bancarios o pedir préstamos que nunca son pagados, pasan desapercibidos.

Con el tiempo, estos hábitos en apariencia insignificantes se transforman en algo más grave. Por ejemplo, tu pareja gasta el dinero que se considera es de los dos, pide préstamos en tu nombre, hace que tú pagues los servicios del hogar que ambos utilizan -electricidad, luz, agua, teléfono, etc.-, vigila cada peso que gastas y toma tu dinero sin decirte.

Este abuso financiero es la antesala de algo más grave: el abuso físico o emocional. Estudios relacionados con las conductas destructivas en las parejas demostraron que este tipo de situaciones está presente en el 98% de los casos en los que también hay maltrato físico y verbal.

Independientemente del tema legal que esto significa, para muchas personas la idea de ser defraudadas o robadas por sus parejas es algo que difícilmente podría suceder. Pero aquí va un caso real que parece el argumento de una película…

En el año 2008, la Audiencia Provincial de Madrid juzgó a una mujer por estafar a su marido entre 2001 y 2006 un monto de más de 600 mil euros con el pretexto de pagar el rescate de siete secuestros falsos de sus dos hijos. ¿Cómo fue posible esto?

Josefa y Pedro se casan, pero nunca llegan a convivir en el mismo domicilio. A la par de esta situación tan rara, Josefa aprovecha la mediana independencia que posee y mantiene una relación sentimental con otro hombre entre el verano de 2001 y septiembre de 2006.

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Cabe mencionar que en ese entonces Josefa comparte su domicilio con Sara, hija de una relación anterior a su matrimonio, y con Emilio, quien supuestamente es hijo de Josefa y Pedro. O por lo menos eso le dice a Pedro.

Ese verano de 2001, Josefa llama a su esposo Pedro, el legal y con el que firmó el acta de matrimonio, para decirle que personas desconocidas entraron a su casa y después de golpear a Emilio, se llevaron a Sara y ahora exigen 30 mil euros para regresar viva. Aunque no es su hija biológica, Pedro le da ese dinero a Josefa.

Un año después, también en verano, Josefa simula nuevamente que Sara fue secuestrada en un parque, pero con un extra: Sara está metida en problemas de drogadicción y como debía dinero a los narcomenudistas, pues la raptaron y están pidiendo 48 mil euros. Nuevamente, Pedro le entrega la cantidad para que salve a Sara.

En 2003, al siguiente año, Josefa contrae una deuda de 36 mil euros con unos vendedores de ropa al por mayor y como no puede pagar, vuelve a engañar a Pedro. Ahora le dice que secuestraron a Emilio y le exige la cantidad que debe por la ropa. Como era de esperarse, tratándose de su hijo, Pedro desembolsa esa cantidad.

Otra vez, un año después, Josefa asegura a Pedro que quien está metido en deudas de drogas es Emilio. Ahora es su hijo quien se metió con gente peligrosa, que supuestamente empezó a consumir marihuana, cocaína y quién sabe cuántas cosas más. Y claro, estos delincuentes, dice, le están pidiendo 54 mil euros. A las pocas horas, Josefa tiene en sus manos un cheque bancario que le entrega Pedro.

Entre diciembre de 2005 y enero de 2006, Josefa mantiene a Pedro con el alma en un hilo porque le dice que Emilio cometió una barbaridad: desvirgó a una joven gitana, menor de edad, y que la familia tiene retenido a su hijo y exigen el pago de 180 mil euros para dejarlo ir y reparar el daño. ¿Qué hace Pedro? Obviamente le da el dinero para salvar a Emilio.

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Para septiembre de 2006, Josefa en complicidad con María Fátima y Gloria, secuestran en serio a Emilio en la puerta de su casa, previendo que tal vez Pedro sospeche por fin, y le sacan nada menos que 252 mil euros al pobre papá desesperado por su hijo.

Y así, entre secuestros, deudas de drogas, adicciones, violaciones y cuanta historia se le ocurre a Josefa, consigue sacarle a Pedro la nada despreciable cantidad de aproximadamente 600 mil euros.

Dos años más tarde, Pedro descubre todos estos engaños y es cuando acusa legalmente a Josefa de fraude y robo. La Fiscalía pide para ella una condena de 6 años de cárcel.

En este periodismo de vida, hoy te conté la historia de Josefa y Pedro, una pareja que se volvió noticia no por su amor, sino por la cantidad de dinero que ella le robó a él descaradamente durante 6 años, aprovechándose precisamente de ese lazo matrimonial, por el que Josefa sabía muy bien cuánto dinero podía sacarle y con qué podía chantajearlo emocionalmente.

En América Latina hay pocos datos sobre abuso financiero, porque en gran medida sucede lo mismo que con la violencia doméstica: las víctimas casi no denuncian estos casos, porque se trata de los padres de sus hijos, por lo que puede decir la familia y por la vergüenza social.

ONU Mujer y varias ONG dedicadas al tema afirman que hay infinidad de casos como el de Josefa y Pedro, y recomiendan que por más amor que exista en la pareja, siempre hay que tener la transparencia y comunicación necesaria en asuntos de dinero para evitar estas situaciones.

Y por esto es que hoy te pregunto a ti que escuchas ¡Qué tal, Fernanda!: ¿Confías ciegamente en tu pareja en lo relacionado con el dinero? Si tienes una cuenta bancaria personal, ¿tu pareja sabe tus claves, puede sacar dinero y hacer transferencias? Escríbeme a las redes sociales de QTF y comparte tus comentarios.

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