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Como todos los años y como ya es una costumbre, doña Tina se levanta a las cinco en punto de la mañana. A diferencia de otros días en los que la familia le reclama ser tan madrugadora, hoy nadie protesta.

Don Abel sale de la cama al mismo tiempo que su esposa, empieza a lavar el patio, a colocar las guirnaldas y todo lo que compraron ayer en La Merced para decorar la casa y que luzca increíble esta noche.

Susana, la hija mayor de don Abel y doña Tina, ayuda en la cocina preparando la ensalada de manzana, rellenando el pavo, limpiando los romeritos y hasta se atreve a probar esa nueva receta que le dieron de un flan napolitano.

El último en levantarse es Nachito, el miembro más pequeño de la familia. “El pilón» como le dicen doña Tina y don Abel porque no imaginaron que a sus más de 40 años tendrían otro hijo. Pero cuando recibieron la noticia, la familia entera festejó su próxima llegada.

Nachito se levanta, baja a la cocina y desayuna algo ligero porque dice que está guardando espacio para la cena. Una vez que termina, se dirige a la sala donde lo espera su tarea favorita de esta época navideña: decorar el arbolito.

Y así, en un ambiente festivo y muy cálido, la familia se dedica todo el día a ultimar los detalles para su cena de Navidad. Una noche que resulta única año con año, cuando doña Tina y don Abel reciben a más de 30 personas en su casa, entre familia y amigos.

Después del atardecer, los invitados comienzan a llegar. Abrigos por aquí, bolsas por allá, los regalos se acumulan cada vez más y más bajo el arbolito, los vasos de tequila y las tazas de ponche pasan de mano en mano… En fin, una verdadera reunión donde la risas y las conversaciones resuenan por toda la casa.

Nachito corre feliz al escuchar que su primo David acaba de llegar. Se trata del hijo de su tía Paz, hermana de doña Tina. La tía favorita de Nachito porque es la más consentidora y súper barco que siempre lo deja hacer lo que quiera cuando van a su casa.

Obviamente, David es una pesadilla de chamaco. De todos los primos de Nachito, David es el que siempre anda corriendo de un lado a otro, haciendo mil travesuras y metiéndose en problemas. Pero por eso mismo, es el más divertido y admirado por los demás niños.

Como es de esperarse, David saluda a Nachito y lo primero que hace es decirle muy emocionado, mientras sujeta una bolsa negra:

-“¿Qué crees? ¡Tengo una cosa increíble para esta noche que los va a dejar con la boca abierta!”

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Nachito se muere de la curiosidad, le suplica que le diga de qué se trata, pero David se niega y le dice que mejor vayan al patio y les muestra a todos los primos lo que lleva en la bolsa.

Como una estampida de búfalos, los niños corren al patio emocionados. Doña Tina le pregunta a su hermana sobre la misteriosa bolsa negra de David. Paz le contesta:

-“Es una tontería. David se empeñó en traerles una sorpresa a sus primos. Déjalos que se diviertan.”

Doña Tina escucha las palabras de su hermana intranquila, pero ya no dice nada para no arruinar la celebración.

Horas más tarde, los invitados felicitan a doña Tina por la cena tan deliciosa. A Susana le aplauden por ese flan que para ser la primera vez que lo prepara, quedó muy bien. Y a don Abel le reconocen la decoración de la casa.

Entonces, los niños emocionados dicen que van a salir al patio para encender la sorpresa de David.

-“¿Encender?”, pregunta doña Tina preocupada. A lo que su hermana Paz le contesta:

-“Son unos cuetitos que le compramos a David. De esos que suenan y sacan luces.”

Doña Tina niega con la cabeza y dice que de ninguna manera van a encender cuetes en la casa. Que es muy peligroso y más para unos niños. Pero su hermana insiste, asegurándole que son inofensivos.

David también insiste y comienza un berrinche de los que acostumbra. Por lo que Paz no tiene más remedio que decirle que prenda los dichosos cuetes y ya deje de molestar.

Ante la mirada molesta de doña Tina, los niños salen al patio y comienzan a encender uno a uno los cuetes. Paz los mira divertida y le vuelve a decir a su hermana que no hay peligro.

Minutos más tarde, mientras los adultos conversan y ya olvidaron el incidente de los cuetes, los gritos de dolor de David se escuchan desde el patio.

Doña Tina mira aterrada cómo la mano de su sobrino está envuelta en una llamarada de fuego, mientras los demás niños corren asustados y don Abel intenta cubrirle la mano con una chamarra. Una escena estremecedora, en la que Paz grita desesperada por su hijo David…

En este periodismo de vida, te conté una historia que desgraciadamente forma parte de los 48 mil 733 casos de quemaduras en niños registrados en México durante el año pasado.

Esto, según el Sistema Nacional de Vigilancia que habla únicamente de los heridos. Ya que la Organización Mundial de la Salud, la OMS, señaló que las quemaduras provocan alrededor de 180 mil muertes al año en la infancia a nivel mundial.

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En México las quemaduras son la tercera causa de muerte en niños, justo después de los accidentes de tránsito y los ahogamientos, señala el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes.

En contraste con las cifras anteriores, la Fundación Michou y Mau registra anualmente un promedio de 128 mil casos. De los cuales, 38 mil 400 son niños mexicanos entre 1 y 4 años de edad. De esta cantidad el 10%, unos 3 mil 840, requieren hospitalización por heridas de tercer o mayor grado.

Desafortunadamente, en México pocos hospitales tienen la capacidad para atender a niños en riesgo de perder la vida por quemaduras y la Fundación Michou y Mau se encarga de trasladarlos a hospitales en Texas, lo cual tiene un costo de entre 15 y 20 mil dólares por niño.

Esta fundación encabezada por Virginia Sendel nace a raíz de una tragedia que la misma Virginia experimenta cuando su hija Michou muere en un incendio en su casa.

Un incendio provocado por un árbol de Navidad, en donde Michou logra rescatar a sus hijos Nicolás de 11 meses y Lorenzo de 4 años, al sacarlos por una ventana del baño y lanzarlos a la terraza de los vecinos. Sin embargo, al subir al segundo piso por Camila y Mau, Michou ya no pudo salir y falleció.

Los bomberos logran rescatar a Camila y Mau, y son llevados a Galveston, donde Mau muere a los 20 días y Camila logra sobrevivir después de muchas cirugías.

Es precisamente en Galveston donde Virginia Sendel tiene la idea de abrir esta fundación para evitar que más niños mueran por falta de atención y recursos. Sueño de un altruismo infinito que se materializa en la que ahora conocemos como la Fundación Michou y Mau.

Hoy Virginia Sendel nos hablará más de los casos de éxito y todo lo que hace la fundación para ayudar a niños víctimas de quemaduras, pero también para prevenir estos accidentes.

Pero antes, en este periodismo de vida te invito a una reflexión sobre los peligros que como ya escuchaste en la historia que te conté esta mañana, pueden ocasionar que los niños jueguen con cuetes en estas fechas.

Cosas tan simples como dejar recipientes en la estufa y no supervisar a los niños, la plancha encendida, el arbolito de Navidad encendido toda la noche, veladoras, etc., etc. pueden ocasionar accidentes terribles.

Yo te pregunto: ¿Qué haces en tu casa para evitar que los niños puedan sufrir un accidente por quemaduras? ¿Conoces algún caso? Escríbeme a las redes sociales de QTF y comparte tus opiniones.

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