Cuando el hombre quiso volar

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“Leonardo da Vinci era un genio y lo voy a demostrar”, afirma con seguridad Franz Reichelt aquella mañana del 4 de febrero de 1912.

Desde hace varias semanas, Franz estudia con esmero los diseños de da Vinci para confeccionar el traje que marcará un precedente en los paracaídas que se han inventado hasta ese momento.

No es gratuito que a Franz Reichelt se le califique como el gran sastre de París. Su paracaídas, inspirado en la anatomía de los murciélagos, debe proporcionarle una caída suave desde cualquier altura y sin sufrir daños, gracias a la maestría con que Franz lo ha diseñado y cosido.

Todos en Francia dicen que Franz está loco por intentar volar. Pero al final la curiosidad es más fuerte y a primeras horas de la mañana, los alrededores de la Torre Eiffel están invadidos por cientos de curiosos que desean ver el espectáculo prometido.

La policía intenta detener a Franz, alegando que necesita un permiso especial para realizar su locura. Y sin saber cómo ni de dónde, el sastre les muestra una autorización totalmente legal que le permite seguir con sus planes. También lo hacen firmar un documento, liberándolos de cualquier responsabilidad en caso de una desgracia, “por si las dudas”, le dicen.

En la primera prueba, Franz Reichelt lanza un muñeco con el paracaídas.

¿Qué pasa?

El muñeco cae estrepitosamente al suelo y queda destrozado. Ante la conmoción de su público, Franz explica que como el muñeco no pudo abrir los brazos para planear, por eso el experimento fracasó.

Por esto, Franz decide lanzarse él mismo para demostrar que da Vinci, y por supuesto él, tienen razón y el invento funciona.

¿Qué sucede en este segundo intento?

Franz Reichelt cae violentamente y deja un enorme agujero en el piso, donde su cuerpo sin vida es retratado por los reporteros.

Hay dos grandes antecedentes en la historia de los paracaídas que marcan los anhelos del ser humano de volar como las aves…

El primero data de 1797, cuando Andre Garnerin realiza un salto de 2 mil 440 metros sobre Londres con un paracaídas con campana de seda de 7 metros de diámetro.

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El segundo ocurre un año antes del intento de Franz, en 1911. El italiano Joseph Pino prueba con éxito un paracaídas que logra mantener en el aire a un hombre por varios minutos.

Los antecedentes directos de las aeronaves son los planeadores. George Cayley, en 1799, diseña una de estas máquinas capaces de mantener el vuelo controlado durante algún tiempo. Con una cola para controlarlo, el piloto se coloca por debajo del centro de gravedad y con esto se garantiza la estabilidad.

Durante la década de 1890, los Hermanos Wright fabrican planeadores, buscando colocar en el cielo máquinas más pesadas que el aire y que despegaran por medios propios. Así es como sus primero prototipos empiezan a despegar con éxito en Kitty Hawk, Carolina del Norte.

Pero es hasta el 7 de noviembre de 1910 que se realiza el primer vuelo comercial del mundo, entre Dayton y Columbus, Ohio. Dura 1 hora y 2 minutos, recorriendo 100 kilómetros y rompe un nuevo récord de velocidad, de 97 kilómetros por hora.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, los aviones militares adaptados para llevar pasajeros civiles dejan de usarse y nacen las empresas fabricantes de aviones comerciales.

¿Qué diferencia hay entre los nuevos aviones y los anteriores?

Los aviones comerciales tienen un fuselaje más ancho para integrar 3 filas de asientos separados por dos pasillos. La intención es dar mayor comodidad a los pasajeros y facilitar su movilidad y la de los tripulantes del avión.

En México, se realiza el primer vuelo de América Latina el 8 de enero de 1910, con un avión Voisin.

Un año después, Francisco I. Madero se convierte en el primer Jefe de Estado en funciones en volar en un avión a nivel mundial.

El primer avión construido en México, el biplano Serie A número 1, tripulado por el capitán Felipe S. Carranza, vuela exitosamente el 20 de noviembre de 1916. Por deseos de Venustiano Carranza, el aeroplano se regala a la República de El Salvador.

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Para 1928 se establece el servicio regular del Correo Aéreo Mexicano, por una concesión de la Secretaría de Transportes y obras Públicas a la Compañía Mexicana de Aviación, que se fundó 4 años antes.

El que hoy conocemos como Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, el primero el elevarse a la categoría de internacional, fue inaugurado por el presidente Miguel Alemán Valdés, en 1952. Pero fue 2 años después, cuando las obras realmente se terminan y entra en operaciones regulares.

Actualmente, el avión comercial más moderno en México es el Boeing 787-9 Dreamliner, bautizado como Quetzalcóatl.

¿Qué lo hace el más moderno?

Es más ligero y amigable con el medio ambiente por su estructura de fibra de carbono. Consume 23% menos combustible, emitiendo 30% menos de emisiones de CO2 y produce un 75% menos ruido en los despegues y aterrizajes.

También dispone de iluminación LED, cuyos colores pueden ser controlados por la tripulación para disminuir el jet lag en los vuelos de larga duración. Tiene una mayor humedad en la cabina y aire más limpio para mejorar la comodidad del pasajero.

Sus ventanas son más grandes y no tienen persianas porque cuentan con un sistema automatizado que las oscurecen para que no entre la luz. Su capacidad es de 36 asientos en Clase Premier y 238 en Turista, con mayor espacio, asientos ergonómicos, pantallas touch screen de 11 pulgadas y conexión wifi.

¿Puedes imaginar ese paracaídas con forma de murciélago de Franz Reichelt y este Boeing Quetzalcóatl? La gran evolución que ha tenido la aviación en la historia del mundo.

Finalmente, el sueño que iniciara con Leonardo da Vinci, y luego desarrollaran otros muchos inventores, se cumplió: el ser humano vuela por los aires. Y cada vez con mayor comodidad, facilidad y rapidez.

¿Y tú? ¿También tienes sueños de cómo será un día la evolución de la aviación? ¿Cómo te imaginas que serán los vuelos en el futuro?

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